«¡Ay, lo que he traído para ti, qué guapa estarías»

Se llama Manuel Carrasco, «pero no me piden autógrafos». Como su mujer, Sole Salazar, como el hijo que sentado en una silla de camping hace sus pinitos en el arte de cobrar, es de León y lleva el rastro en la sangre. «Desde la plaza Mayor… vamos, desde que esto se inventó».

Su puesto es sobre todo textil, moda y lencería, principalmente. Pero tienen mucho tirón sus «¡Ocho pilas un euro, la alcalina, mírala… para el mando, para la radio, para el reloj!». Es un reclamo más. Y el pequeño sabe que funciona, porque lleva ya varios euros recaudados en lo que va de mañana. «La verdad que es no hace mucho por trabajar», reconoce Manuel, «pero le motiva ir consiguiendo lo suficiente para salir corriendo al McDonads».

La pareja sabe por experiencia que «hay que gritarlo todo, cada poco, que no pase nadie sin oír lo que puedes ofrecerle». «¡Ay, lo que he traído para ti, mira, qué guapa estarías!», grita Sole a pocos metros para demostrarlo bajo un techo de camisetas, pañuelos, chaquetas y medias. Manuel habla de lo extremo del invierno, de los días en los que no pasa casi nadie, y Sole de lo duro que además se hace «pagar los 20 euros de poner el puesto, que a veces no sacas ni para pagarlos». Y por supuesto, de «esta crisis del demonio, que se nota en todo y también en el mercadillo, claro, porque todo es una cadena». Pero ninguno de los dos deja de soltar sus reclamos ni mucho menos de regalar una enorme sonrisa. Y mirando directamente a todos los ojos posibles, continúan con su «¡pasar, pasar y mirar!».