El rey renuncia al lujoso yate ‘Fortuna’
. La embarcación fue un regalo de un grupo de empresarios, banqueros y del Gobierno balear de Matas y con esta medida La Zarzuela trata de mejorar su imagen .
El rey ha vuelto a mover ficha con la esperanza de mejorar su deteriorada imagen. La Zarzuela anunció ayer que renuncia al uso del yate Fortuna , una embarcación de lujo, regalo de un grupo de empresarios turísticos mallorquines, banqueros y del Gobierno balear de Jaume Matas, en el 2000. La nave pertenece en la actualidad a Patrimonio Nacional aunque su utilización está reservada en exclusiva a la Familia Real. Ahora el jefe del Estado ha solicitado que se inicien los trámites para su «desafectación» como bien de este organismo.
El verano pasado, don Juan Carlos solo pudo ser visto a bordo de la polémica y costosa embarcación un día. El Fortuna permaneció en el dique seco durante la mayor parte de julio y agosto por aquello de dar imagen de austeridad apenas unos meses después del gravoso accidente de Botsuana, aunque su tripulación realizó algunas salidas de mantenimiento. Y a una de ellas se sumó el jefe del Estado.
Antes, el yate -cuyo coste de construcción por parte de los astilleros Bazán alcanzó los 15 millones de euros- era utilizado con relativa asiduidad por la Familia Real. La reina acostumbraba a seguir desde él las regatas. El año pasado no lo hizo y tampoco participó en la competición el Príncipe de Asturias.
Ninguna de esas actividades parecen acordes con los nuevos tiempos. Llenar los tanques de combustible del barco puede costar en torno a 20.000 euros, a los que habría que sumar el gasto extra que supone la escolta de las patrulleras de la Armada y de la Guardia Civil.
Este Fortuna es la tercera embarcación de la Familia Real a la que se le ha dado este mismo nombre. Fue construido, no sin polémica por su elevado coste, para sustituir al barco que algunos años antes había regalado el rey Fahd de Arabia Saudí a don Juan Carlos, después de que este sufriera varias averías; alguna de ellas con invitados oficiales del rey a bordo.
No se escatimaron medios. La nave, dotada con las más altas tecnologías en su momento, tiene 41,5 metros de eslora y puede alcanzar puntas de velocidad de hasta 60 nudos, más de 100 kilómetros por hora, prácticamente el doble de lo que era capaz el antiguo Fortuna . Cuenta con cinco camarotes dobles y otro más en el que caben seis literas destinadas a la tripulación.