El motín de los barones, el órdago de Aznar y el juez
A las pocas semanas de tomar posesión de su despacho en la Moncloa, Mariano Rajoy advirtió a sus correligionarios de que llegaban «malos tiempos» para el partido tras un 2011 glorioso. El PP barrió al PSOE en los comicios autonómicos, municipales y generales.
Rajoy era consciente del desgaste que iba a sufrir su Gobierno tras aprobar un severo plan de recortes. Según el CIS, el líder de los populares ha caído 10,6 puntos en intención de voto y el 85,6 % de los ciudadanos tienen poca o ninguna confianza en él (más del 60% entre sus propios votantes). Un revés que, pese a su gravedad, entraba dentro del guión de un Rajoy muy aliviado porque el PSOE, lejos de levantar cabeza, mantiene su descenso hasta su particular averno electoral. Lo que tal vez no entrara en los cálculos del presidente del Gobierno es este mayo infernal que le ha tocado vivir. La crónica de estos 30 días narra cómo Rajoy ha tenido que mediar en una disputa pública sin precedentes entre los barones territoriales del PP a cuenta del reparto del déficit autonómico. Un estallido que se convirtió en apenas una anécdota tras la inopinada irrupción de Aznar en escena para amagar con su regreso a primera línea política y, lo que tal vez más ha escocido en Génova, leerle la cartilla a su sucesor ante las reiteradas promesas incumplidas, en especial, por no bajar los impuestos.
Luego llegó la «voladura controlada» de las declaraciones de empresarios que habrían donado al partido más once millones de euros en diez años. Tras el juez Ruz, el golpe lo ha dado el juez Castro, que instruye la investigaciones sobre Iñaki Urdangarín y que encontró indicios para que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia imputase a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá y al ex presidente de la Generalitat Francisco Camps.