El despliegue de una ikurriña gigante retrasa por primera vez el Chupinazo
La bandera quedó colgada delante de la fachada del ayuntamiento pamplonica.
La izquierda abertzale logró por fin paralizar el lanzamiento del Chupinazo por primera vez en la historia de este acontecimiento que da inicio a las fiestas de San Fermín. Después de años tratando de otorgar protagonismo a la bandera de una Comunidad Autónoma que no se correspondía con Navarra, una inmensa ikurriña tapó buena parte de la fachada del Ayuntamiento de Pamplona impidiendo durante 20 minutos que se lanzase el famoso Chupinazo que da inicio a las fiestas de San Fermín.
Todo parecía transcurrir de la forma habitual. Sin embargo, la izquierda abertzale se encargó de desbaratar la «normalidad» del Chupinazo minutos antes de las doce menos veinte de la mañana. Un numeroso grupo de personas trató de introducir una ikurriña en la plaza Consistorial. La Policía Municipal actuó tratando de impedirlo. Sin embargo, dos jóvenes que se habían encaramado a los dos edificios colindantes con el Consistorio desplegaron una enorme ikurriña que ocultó buena parte de la fachada.
Era imposible lanzar el Chupinazo que daría comienzo a las fiestas de San Fermín. Se vivieron minutos de tensión. La concejal de Bildu, Eva Aranguren, trataba de justificar los sucesos alegando que la exaltación de la ikurriña «es una reivindicación totalmente legítima», al tiempo que rechazaba los procedimientos porque estaba paralizando el lanzamiento del cohete. Solo 19 minutos después de las doce del mediodía, agentes de la Policía Municipal lograron cortar el cable en el que se sustentaba la bandera y el acto pudo discurrir con relativa normalidad. El concejal encargado de prender la mecha del Chupinazo, el socialista Eduardo Vall fue tajante al afirmar nada más encender el cohete que «nada ni nadie va a conseguir reventar los Sanfermines».
Inmediatamente, el juez de guardia abrió diligencias «por un supuesto delito de alteración del orden público» por los incidentes y se convocó con carácter de urgencia una reunión de la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Pamplona, que fue incapaz de consensuar un texto unitario por el rechazo de los grupos nacionalistas, Bildu al que se unió Geroa Bai.