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cerco a la trashumancia

La guerra de los pastos

La invasión de pastaderos de ovejas trashumantes por caballos y vacas provoca 25 denuncias ante la Junta en el verano de más conflictividad por las nieves tardías y el aumento de equinos en un 18% .

Los caballos invaden el puerto de Fueyo del Agua, en Abelgas, en una foto de otro verano.

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ana gaitero | villargusán
León

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Cinco jornadas a pie desde Roperuelos del Páramo a Babia. Elías, el ganadero, va delante de sus ovejas al puerto las Agujas, las Argajadas de Villargusán. Peña Ubiña lo vigila pero la montaña no puede evitar la escena que se repite desde hace años y se ha intensificado en el último trienio.

Vacas y caballos ya se han beneficiado de las praderas, este año casi raquíticas por el mal tiempo, que alquiló en pública subasta por casi 3.000 euros. Es San Pedro y comienza la guerra de los pastos. «Pagar es de tontos, lo bueno es comer por la cara», le han llegado a decir al pastor algunos de los dueños del ganado ‘libertino’.

«Hay que joderse, tener que oír estas cosas...», lamenta, después de 51 años haciendo la trashumancia entre la Ribera y Babia —trasterminancia— y doce pagando puntualmente por dos meses y medio de alquiler del puerto pirenaico.

Primero fue en busca de los dueños del ganado. Pero el 1 de julio volvió a encontrarse ganado vacuno. Apuntó los números de los crotales de las vacas. Y el 5 de julio eran las yeguas las que se beneficiaban el puerto. El 6 de julio, harto, se personó en el cuartel de la Guardia Civil de San Emiliano. Y denunció.

Vacas y caballos pastan a su libre albedrío, sin pastor, y se comen la hierba reservada y pagada para las ovejas. Elías no es un caso aislado. En León quedan casi medio centenar de pastores trashumantes y son muchos los que sufren la invasión del ganado vacuno y caballar en los pastos reservados para sus ovejas.

El servicio territorial de Medio Ambiente de la Junta ha contabilizado este año 25 denuncias por este problema. «El ganado mayor no lleva guía y cuando el ganado conoce el monte va a las mejores zonas, las majadas», admite el jefe de la sección 5ª, Ignacio Martínez.

El problema se repite todos los veranos, pero este año «con más intensidad», admite, «porque ha nevado hasta junio» y no han podido meter al ganado durante la primavera. El incremento del ganado equino en los últimos años, por el efecto de las subvenciones y su cómodo manejo, son otros de los factores que están detrás de esta guerra en la que las ovejas, el único ganado guiado por pastores, pagan los platos rotos.

Hace años que Gregorio Fidalgo denuncia este problema en el puerto que alquila en Abelgas, Foyo del Agua, para alimentar a la mitad de su rebaño durante el estío. La otra mitad queda en la majada de San Pelayo, en el Páramo. Gregorio atiende la paridera y su esposa, Violeta Alegre, pastorea las ovejas en el puerto.

«Lo vengo denunciando desde el 2004, pero los guardamontes y su jefe de Medio Ambiente hacen la vista gorda. Incluso fui al Procurador del Común y lo único que me contestó fue cómo debía pastorear el puerto», cuenta Fidalgo. Está cansado de «tanta injusticia» dice mientras muestra las fotos en las que aparecen las yeguas en medio de su rebaño.

Medio Ambiente apunta que hasta hace 15 días sus agentes forestales no disponían de los lectores necesarios para leer los chips de los caballos.

El Servicio Territorial de Medio Ambiente pela a las competencias de las juntas vecinales. «Son soberanas para la distribución de sus aprovechamientos tras la autorización expresa de Medio Ambiente que pondrá los condicionantes necesario para su mantenimiento y conservación», recuerda.

Algunas pedanías han regulado sus aprovechamientos con ordenanzas para «definir la condición de vecino del pueblo con derecho al disfrute de sus aprovechamientos y a organizarlos cronológicamente y físicamente», agrega Martínez. El caso de Murias de Paredes es «ejemplar».

Las ordenanzas son aún más necesarias en las comarcas más despobladas, como es el caso de Babia y Omaña y gran parte de la monta oriental. En Laciana se ha requisado de ganado, un proceso que supone un largo camino administrativo y acaba con la subasta de las reses aprendidas o una multa pero cuyo dinero va a parar a la Junta y en ningún caso a los ganaderos perjudicados, como denuncia Gregorio Fidalgo.

Las vacas se identifican más fácilmente por el crotal que llevan las reses en la oreja. Elías, el ganadero de Villargusán, anotó en su denuncia del 6 de julio los de tres vacas sorprendidas en sus pastos. Es una de las pocas que se tramitan por la vía penal.

Alerta en el Seprona

Las quejas por la invasión de los pastaderos ovinos y caprinos han llegado también hasta la Comandancia de la Guardia Civil de León. Las asociaciones de ganaderos trashumantes han pedido ayuda al Seprona. «Les hemos asesorado en la forma de proceder en las denuncias y hemos dado orden a las patrullas del Seprona y a las de seguridad ciudadana para que estén alerta: se van a personar antes de una hora».

La Benemérita apela a las competencias, en primer lugar, de las juntas vecinales y de los agentes medioambientales en estos litigios. La mayoría de las infracciones son de tipo de administrativo, asegura. Para que se tramiten por la vía penal «los daños tienen que ser superiores a 400 euros y tiene que haber intencionalidad y en la mayoría de los casos hay negligencia o imprudencia aunque sea grave».

Medio Ambiente recalca que desde hace años trabaja «para el mantenimiento y la permanencia del ganado menor en los pastaderos estivales tradicionales de la montaña en Babia (puertos pirenaicos), cuyo origen se remonta a la Mesta».

El jefe de la sección 5ª subraya que la conservación de este uso milenario «es uno de los objetivos por los que se está declarando el Parque Natural de Babia y Luna». Los puertos pirenaicos pertenecen a un LIC de la Red Natura 2000.

Los aprovechamientos más afectados por la conflictividad de invasión de ganado ajeno al adjudicatario son los pastos sobrantes y los puertos pirenaicos, «por ser estos dos ocupados por ganaderos foráneos», aunque la mayoría, como Elías Álvarez, Gregorio Fidalgo y Adolfo Álvarez, son trashumantes oriundos de los pueblos a los que suben sus cabañas en verano.

Los caballos aran

Adolfo Álvarez es de Robledo de Caldas y lleva sus ovejas al puerto pirenaico de Sousas y Solarco en Torrestío. «Ya bajaban mis padres a la Ribera. Antes llamabas al guardamonte y te hacían caso; ahora da igual», se queja. Y añade: «Vacas y caballos van libres, mientras que con las ovejas siempre hay alguien» y además «hay ganaderos, sobre todo asturianos, que arriendan para 20 vacas y luego meten 50». Son ganaderías ilegales. Hay juntas vecinales que hacen la vista gorda..

«Las vacas no hacen tanto daño, pero los caballos... lo dejan todo arado», recalca. No es manía de pastores por los caballos. «El ganado equino no sólo muerde, arranca y produce un despilfarro del 40% del pasto. Es un ganado cómodo porque es duro, pero estropea mucho el monte», admite Martínez.

El despilfarro del ganado con pezuña, las vacas, se cifra entre un 25 y un 35%. «No tiene profundidad de dentada para llegar a la planta», alegan los expertos. Pero no hay que echarles del monte todo el mundo. El ganado equino y vacuno «sirve muy bien para limpiar los brotes otoñales y después de las nevadas», alegan. El ganado ovino, en cambio, sólo despilfarra el 10%: «Apura muy bien y abona homogéneamente».

Desde hace 30 años sube con el rebaño, de más de 1.000 ovejas, desde Regueras de Azares, en el Páramo, hasta los puerto pirenaicos. Unas 700 quedan en la majada paramesa por la paridera. «Antes la montaña no era así, todo el mundo se respetaba. Ahora hay yeguadas de 80 a 100 cabezas. Si hubiera sanciones y les costara dinero se cortaría», alega.

Costumbres perdidas

Otro factor que alienta la conflictividad es la pérdida de tradiciones antiguas. Con los Derechos el ganadero pastoreaba las fincas particulares de los valles de los puertos a cambio del abono que dejaban las ovejas. Hay pastores que no pierden las tradiciones aunque les cueste dinero.

Elías también arrienda «los praos particulares lindantes para que no se me metan las vacas: Hay que tener un poco de amor. Para tener bien las ovejas hay que esmerarse y un poquitín curioso». Guarda su rebaño con cuatro mastines y tres careas. Va con el gancho y la mochila monte arriba. Y el móvil a mano.

La Junta propone como solución reuniones de los presidentes de juntas vecinales, los adjudicatarios, el Servicio de Asistencia a Municipios, el Servicio Territorial de Agricultura y ellos mismos con el objetivo es concretar el lugar, las fechas, la cantidad y el tipo de ganado que podrán pastar en cada.

Mientras tanto, una mañana más, Elías gasta dinero en teléfono. «Ahí están, jodiéndomelo to, dice apuntando a la yeguada que se saltó las lindes. «Llamé al dueño del ganado, no al Seprona, porque no quiero ser malo». El ganado no conoce fronteras. Sólo quiere la buena hierba.

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