«Antes se respetaba; ahora, con las yeguadas, hay sinvergoncerismo»

Elías empezó su vida de trashumante a los 15 años. «Antes se guardaba y se respetaba a la gente, ahora con las yeguadas hay mucho sinvergoncerismo», afirma. Nacido y criado en Villargusán, donde la escuela estaba al lado de la lechería, ha pastoreado en muchos puertos. En Robledo de Caldas, en el Cubil, y en Abelgas estuvo un año; en el Fasgarón de Murias, dos años y otros dos en La Cueta. En Valdelugueros le llaman ‘Elías, el ganadero ’. 17 años subió con su rebaño al puerto de Arintero. Guarda un gran recuerdo del 16 de julio: «Se celebraba la borrega con caldereta y chanfaina. Hace doce años alquiló los pastaderos del pueblo que lo vio nacer. Y lamenta que sea aquí donde ha tenido más quebraderos de cabeza: «Los que quieran comer que arrienden y paguen como pago yo», espeta. A sus 65 años sube al puerto a lomos de un macho, con las albardas cargadas de víveres, unas veces, y las bolas de sal para las ovejas, otras. Está muy contento con el refugio donde duerme, el abrevadero y la pista. «Costaron tres millones (de pesetas, claro)». Los 18.000 euros salieron de los planes de mejora, que se nutren del alquiler de los pastos (15%) y gestiona de Medio Ambiente.