Hallan en la cabina del Alvia el móvil corporativo del maquinista
La Policía Nacional también encontró la tableta del conductor.
Agentes de la Policía Científica ayudados de perros prosiguen las investigaciones del tren.
La Policía Nacional localizó ayer entre los restos de la locomotora del Alvia siniestrado el 24 de julio en Santiago de Compostela el que podría ser el móvil corporativo con el que el maquinista mantuvo una conversación telefónica con el interventor del tren hasta pocos segundos antes del descarrilamiento en el que murieron 79 viajeros.
El teléfono, cuya búsqueda fue requerida por el juez instructor, Luis Aláez, fue localizado en el interior de la cabina de la locomotora, que como el resto de los vagones del convoy accidentado fueron trasladados y depositados en una nave de Padrón (La Coruña). Los agentes también encontraron horas antes la que podría ser la tableta digital del conductor, en la que, entre otras informaciones, se descargaba el libro de ruta que les proporciona Renfe como guía de las incidencias y velocidades recomendadas en cada trayecto ferroviario.
La incógnita
Se desconoce si se podrá extraer información alguna de ambos dispositivos —de la tableta será casi imposible porque está rota—, pero, de no ser posible, no sería determinante para el esclarecimiento de los hechos porque, de todas las maneras, la mayor parte de los indicios sobre las causas del accidente que podrían aportar estos aparatos ya están a disposición del magistrado por otros medios.
La posible llamada telefónica realizada a través de este móvil poco antes de las 20:40 horas, que pudo ser la razón fundamental por la que el conductor se despistó y abordó la curva de A Grandeira a una velocidad muy superior a la permitida, está confirmada por los dos interlocutores: el maquinista y el interventor.
De igual manera, gracias a las grabaciones de la caja negra del Alvia se conoce el contenido de la citada conversación y se sabe que fue crucial para que se produjese el accidente, ya que mantuvo al maquinista atento al diálogo hasta once segundos antes del descarrilamiento y con el tren lanzado a una velocidad de 195 kilómetros por hora. Esta distracción hizo que, para cuando quiso reaccionar ante la peligrosa curva, solo lograse reducir la velocidad a 179 kilómetros por hora cuando el límite máximo del tramo es de 80.
La aseguradora que cubre la responsabilidad civil de Renfe comunicó ayer que tiene consignados en el juzgado santiagués 2,7 millones para el pago de anticipos de indemnización a las víctimas y sus familias y que ya ha abonado los adelantos a las 26 primeras personas que completaron las reclamaciones.
Por otra parte, los presidentes del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), Gonzalo Ferre, y de Renfe, Julio Gómez-Pomar, comparecen hoy en el Congreso de los Diputados para aclarar las actuaciones llevadas a cabo por sus empresas en relación al accidente.