España no es un país para pedir asilo
. En 2012 se recibieron apenas 2.600 peticiones de refugio de extranjeros, muy por debajo de las más de 50.000 solicitudes que llegaron a Alemania o Francia .
Edward Snowden, el ex manalista de la CIA que reveló un programa de espionaje informático a escala global por parte de Estados Unidos, incluyó a España en una lista de países a los que solicitar asilo. La respuesta del Gobierno fue inmediata y llegó por boca del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien descartó que la petición pudiera ser ni tan siquiera considerada. La legislación española, argumentó el jefe de la diplomacia, obliga a que las solicitudes sean presentadas en suelo español, del cual quedan excluidas las legaciones en el exterior. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado, se apresuró a desmentir las palabras de García-Margallo.
La negativa a la no materializada petición de asilo de Snowden, al final refugiado en Rusia, devuelve al primer plano una realidad poco conocida, la de los asilados políticos, una condición de la que disfrutan muy pocos en el país, en contra de la creencia muy extendida de que España es un país de asilo. La Constitución reconoció por vez primera el derecho de todo ciudadano extranjero a disfrutar de las libertades que el texto concedió a los españoles: «la ley establecerá los términos en que los ciudadanos de otros países y los apátridas podrán gozar del derecho de asilo en España». En 1984, el Congreso sacó adelante la primera ley de asilo de la democracia, renovada un cuarto de siglo después por otro gobierno socialista con el fin de adaptar la norma a los nuevos tiempos. El resultado fue la Ley Reguladora del Derecho de Asilo y de la Protección Subsidiaria, en vigor desde noviembre de 2009.
En 2012, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) de las 3.414 peticiones de asilo en territorio español fueron resueltas con éxito solo 326, menos del 10%. La escasez de peticiones de asilo en España, insignificantes frente a las 55.000 de Francia el pasado año, tiene para algunos expertos una explicación clara, «las pocas personas que consiguen llegar tienen que sortear innumerables obstáculos para recibir protección».