Invitación por carta a dejar el separatismo
Mariano Rajoy remitió ayer, tres días después de la multitudinaria Diada, una breve carta a Artur Mas en la que le invita a que como presidente catalán deje de liderar una vía secesionista y deseche la idea de la consulta soberanista y en la que, a cambio, le ofrece diálogo dentro del marco de la Constitución y concentrar todos los esfuerzos de ambos gobiernos en la lucha para la salida de la crisis económica.
La misiva de un folio y medio, que es respuesta a la que Mas le envió en julio pasado para pedirle una negociación para realizar un referéndum soberanista en Cataluña, indica, a modo de resumen, que «estoy convencido de que juntos ganamos todos y separados todos perdemos», por lo que «le invito a que ejerzamos responsablemente nuestra función como gobernantes democráticos, con lealtad hacia los ciudadanos e instituciones que representamos, en estos momentos de dificultad económica y social que padece nuestra sociedad». Añade el presidente que, si ese es el camino que finalmente elige, le tiene a su disposición «para trabajar conjuntamente y ofrecer la mejor respuesta a las necesidades reales de todos los ciudadanos».
Se trata de una carta cortés y no demasiado explícita, en la que Rajoy comienza por establecer su total disposición al diálogo con la Generalitat, pero en la que deja claras a Mas las líneas rojas que nunca sobrepasará ni permitirá sobrepase nadie.
Lealtad y leyes sin plazos
La principal, que el Gobierno central no contempla más posibilidad de negociación y de actuación que la basada en la «exigible lealtad institucional y el respeto al marco jurídico», es decir, a la Constitución y las leyes. Es justo en ese punto cuando se puede deducir que, pese a no hacerlo explícitamente, le da el ‘no’ rotundo a cualquier referendo soberanista y le anticipa que no tiene intención de cambiar la Carta Magna para satisfacer las demandas de los nacionalistas catalanes.
«Considero que el mejor servicio a la legitimidad que usted invoca (para pedir la consulta) es precisamente respetar ese marco jurídico (la Constitución) en el que los gobiernos hallan su fundamento y legitimidad y los ciudadanos encuentran la garantía de para la convivencia y la concordia».
El presidente no incluye un solo pasaje que suene a amenaza y parece seguir en la línea de firmeza, pero con contención, elegida por el Ejecutivo para no soliviantar más los ánimos independentistas.