Diario de León

El rey seguirá trabajando hasta el último minuto antes de la operación

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p. de las heras | (colpisa) madrid

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El rey seguirá trabajando hasta el último momento antes de volver a entrar en el quirófano. En su afán por revestir de normalidad la situación que ha generado su estado de salud, la Zarzuela ya se ha encargado de difundir que don Juan Carlos mantendrá llena su agenda y recibirá al mediodía las credenciales de los embajadores de 16 países, entre ellos el de Estados Unidos, un paso necesario para que desempeñen sus labores diplomáticas.

Habrá, de todos modos, un cambio en el formato para que la ceremonia sea más breve. Se celebrará en la Zarzuela y no en el Palacio Real, y no habrá reuniones por separado del jefe del Estado con cada embajador.

El mensaje está claro, nada grave pasa. Y se dice de mil maneras distintas. El propio monarca intentó lanzarlo con una amplia sonrisa y su (ya habitual) broma, ayer: «Mañana (por hoy) al taller; podéis venir de mecánicos», dijo a los periodistas que asistieron en el Palacio de Zarzuela a su audiencia con los presidentes de las Cámaras de Representantes y de Consejeros de Marruecos, Karim Ghellab y Mohamed Cheikh Biadillah.

Debate

Lo cierto es que sí pasa algo, y tanto en la Casa del Rey como en el Gobierno y en la sede del primer partido de la oposición lo saben. La prueba está en algo de puro carácter simbólico. En apenas dos días ha calado un debate que hace unos años a casi nadie habría importado: el de si procede o no que el Jefe del Estado se opere en un hospital privado. Y lo ha hecho con tal fuerza que hasta el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, acabó entrando ayer al trapo para asegurar que él habría preferido que lo hiciera en un centro público.

El episodio es sintomático del clíma de desafección que también afecta a la Corona y de su propia crisis de credibilidad. Una crisis que en Zarzuela llevan dos años tratando de combatir con dificultad y golpes varios: desde las salpicaduras del caso Nóos, hasta la polémica por la herencia suiza, pasando por las dudas sobre la capacidad del monarca para desempeñar sus funciones dado su estado de salud.

En julio, el monarca dio un paso para combatir esa última idea y, en un alarde de fortaleza, se embarcó en un intenso viaje de cuatro días a Marruecos. Lo hizo aún con muletas, y atado a las intensas sesiones de rehabilitación, de cuatro horas diarias, a las que le obligó la última intervención a la que fue sometido, la de la doble hernia discal. Pero apenas un mes después ha vuelto a la casilla de salida.

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