«No voy al homenaje, casi nunca recuerdo el atentado, mi vida sigue»

María Alonso Lobato es restauradora. El 11-M cogió el tren de cercanías en El Pozo para ir a trabajar al museo de la Facultad de Farmacia. Sobrevivió al mayor atentado de la historia de España. Es hija de leoneses. Su padre es natural de la Virgen del Camino y su madre de Benavides, pero viven en Madrid. «Recibí una carta invitándome al acto de condecoración, pero no voy». María salió casi ilesa tras la explosión del tren. «No recuerdo casi nada del atentado. Perdí el conocimiento y me desperté cuando ya me habían sacado. Fui el psicólogo un mes, pero no necesité ayuda porque estaba bien. Tardé en recuperar el equilibrio, pero por lo demás no me quedaron secuelas».

En estos diez años ha seguido con su trabajo de restauradora, que ahora, con la crisis, flojea. «Lo único que me ha quedado es una sensibilidad en la piel a la altura de la axila derecha, pero por lo demás, ni me acuerdo del atentado. El tren forma parte de mi vida porque vivo cerca. Está ahí todos los días, pero para mí no es ningún problema. Me subo a él sin recelo ni miedo. De vez en cuando me llega algún recuerdo, pero poco más».

María no quiere salir en ninguna foto «no quiero protagonismo, mi vida es normalita» y sólo recuerda el atentado en días como hoy o cuando, por casualidad, «veo alguna noticia en la tele. Porque siempre que puedo no veo tele, ni leo periódicos ni oigo radio, no tengo interés en hacer nada especial».

En los trenes de Madrid viajaba también Antonio Miguel Utrera, hijo de la leonesa de Astorga Eloína Blanco, que quedó tetrapléjico tras el atentado cuando sólo tenía 18 años.