«¿Han explicado a los catalanes que perderían sus derechos en España?»
Rajoy reta a CiU, Esquerra e Iniciativa a abordar los trámites para reformar la Constitución.
Ni propuestas para mejorar la financiación de Cataluña ni para aumentar sus competencias para que se sienta a gusto en el encaje dentro de España. Mariano Rajoy se limitó a enumerar los preceptos legales que impiden ceder al Ejecutivo de Artur Mas las competencias para convocar un referéndum de autodeterminación. «Perdónenme la vanidad, pero tal vez yo creo en Cataluña más que ustedes», espetó el presidente del Gobierno a los portavoces de CiU, Esquerra e Iniciativa enviados por el Parlamento catalán para defender en el Congreso la potestad para celebrar una consulta independentista.
Una intervención, muy aplaudida por la bancada popular, en la que fijó de manera clara la postura de su Gobierno. «¡Qué gran oportunidad ha perdido Artur Mas de debatir con Mariano Rajoy con luz y taquígrafos!», comentó Soraya Sáenz de Santamaría en una conversación informal en el pasillo del Congreso tras las palabras de su jefe de filas. Un diputado popular, por el contrario, ponía en duda que «dado el nivel demostrado» por los portavoces catalanes, el presidente del Gobierno hubiera hecho bien en tomar la palabra en el debate. Rajoy trufó argumentos jurídicos con apelaciones a los sentimientos que unen a catalanes y españoles.
Rajoy, que nunca emplea el gallego, su lengua materna, ni para cerrar los mítines del PP en Galicia, llegó a pronunciar una frase en catalán. «La feina ben feta», dijo el jefe del Ejecutivo para resaltar el amor por el trabajo bien hecho.
El presidente del Gobierno, no obstante, retó a los defensores de las tesis separatistas que expliquen a los catalanes que si siguen por esta senda «perderían todos los derechos que les corresponden en España como ciudadanos españoles, incluido el de la libertad de entrada y circulación en su propia patria», subrayó. Una alusión a una de las cuestiones más sensibles, la posibilidad de que los jubilados catalanas que perciben una pensión del Estado español puedan perderla o los parados puedan quedarse sin prestación por desempleo.
El jefe del Ejecutivo, además, atacó una de las premisas que más repiten los nacionalistas catalanes, que la democracia no se entiende sin las urnas. «No bastan las urnas para que un acto sea democrático. ¿Qué es lo que falta? El respeto a la ley», sentenció.
Rajoy, en tono firme pero alejado de estridencias, reclamó a los partidos que apoyan la consulta que no pongan de ejemplo el referéndum que celebrará Escocia en septiembre. «Y no me hablen de Escocia porque si tuviera la mitad, de la mitad de las competencias que tiene Cataluña, no se tomarían tantas molestias» en hacer una consulta.
Ilegalidad
El jefe del Ejecutivo explicó que no es posible atender la solicitud del Parlament de celebrar un referéndum de autodeterminación «porque no lo permite la Constitución porque, independientemente del uso que se le quiera dar, es una competencia indelegable». Rajoy recurrió además a su habitual retranca gallega para afear a Artur Mas su decisión de quedarse en Barcelona y, de paso, para justificar el no del Ejecutivo. «No es algo que podamos resolver el señor Mas, aunque hubiera venido hoy, y yo con un café. Ni aunque nos tomáramos 500 seguiría faltándonos lo que no tenemos: la potestad que la Constitución nos niega».
Incidió en su disposición al diálogo, pero sobre «los problemas reales de los catalanes», es decir, que mantiene su negativa a conversar sobre una consulta aunque fuera para testar el grado de apoyo a las tesis independentistas. Sólo está dispuesto a aceptar «un diálogo dentro de los límites que nos exige la Constitución y sobre aquellas cuestiones que la Constitución nos permite dialogar».
El jefe del Ejecutivo retó a CiU, Esquerra e Iniciativa a que utilicen la única puerta que, a su juicio, está abierta para aquellos que no estén conformes con el actual estado de las cosas: iniciar los trámites para una reforma de la Constitución. Una alternativa tramposa porque sabe que es imposible ya que cuenta con el rechazo del Gobierno y del PP porque entienden que no se dan las condiciones para emprender una reforma de este calado. Es el argumento que Rajoy ha empleado para rechazar siempre las propuestas de reforma federal de la Constitución que propone el PSOE.