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EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO

La encrucijada del PP de León

El vacío de Isabel Carrasco abre la pugna por el control del poder político del partido en la provincia, hasta ahora concentrado en la figura de la presidenta.

Una rosa naranja depositada en el lugar que ocupaba carrasco en el salón de plenos de la Diputación

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León

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Todo el poder en una mano. La fuerza política del PP reunida en una persona. El legado que Isabel Carrasco logró acopiar desde que en diciembre de 2004 se hizo con la presidencia del PP de León: primero el partido, luego la Diputación, por último el Ayuntamiento de la capital. Un dominio incontestable en apoyos, como escenificó al reunir a más de 300 cargos y militantes en la foto de las escaleras de la iglesia de Renueva antes del congreso provincial de 2012. El núcleo desde el que controló instituciones, designó cargos en puestos estratégicos y tejió una red de confianza. El entramado que ahora queda en el aire y que está sustentado apenas por el relevo de Marcos Martínez Barazón como presidente de la institución provincial y por Eduardo Fernández como gestor del partido hasta que se convoque congreso el próximo otoño.

La muerte de Carrasco deja en sede vacante al PP leonés y, por extensión, el dominio de la provincia. Un «vacío muy grande que a ver cómo se llena porque va a ser muy difícil», como adelantaba ya ayer uno de los cargos públicos populares. La incertidumbre que obliga a recomponer todo el esquema y empieza a alimentar las camarillas, como la que por la tarde se juntó a la puerta de la Catedral con Juan Morano, Cecilio Vallejo, Javier García Prieto y Carlos López Riesco, quienes se quedaron atrás y aprovecharon para salir los primeros: una metáfora de lo que puede venir. Las luchas que se atisban en la peor época política para el partido, con las elecciones municipales y autonómicas en el horizonte de la primavera de 2015. El reparto que Carrasco tenía bosquejado y en el que quería avanzar después del verano.

En la encrucijada aparece la presencia del actual secretario general y diputado Eduardo Fernández al frente del partido hasta la convocatoria del congreso provincial en otoño o, en espera de si se presenta Herrera como candidato a la Junta, la constitución de una gestora, como ya se reclaman algunos grupos. No más de medio año de interinidad en el que el actual secretario general y número dos cumplirá con el encargo de las direcciones autonómica y nacional de facilitar la llegada de un nuevo líder con el menor daño interno posible. El tiempo en el que debe quedar definido si desde arriba promueven que el vicesecretario de Organización del partido en Castilla y León, Antonio Silván, asume el mando. El candidato que, con las bendiciones de Valladolid y Madrid, abortaría la presencia de una alternativa que pudiera fraccionar la formación.

Uno de los papeles relevantes para decantar el poder lo tendrán los deudos políticos de Carrasco, que reorganizó las demarcaciones comarcales para garantizar el control. El grupo de confianza que se asienta la Diputación: en el Bierzo con Jaime González y Raúl Valcarce y en el partido judicial de León con Marcos Martínez. El hombre que presidirá la Diputación en el año que queda de mandato, pero al que desde el partido se ve como un gestor de transición, no como un líder de futuro que pueda venderse para presidir la Diputación a partir de la primavera de 2015.

Más sombras se tienden sobre el tablero en la capital, donde el Ayuntamiento escenifica la pugna de dos grupos de poder posicionados con fuerza, cuyas aristas se han afilado con el enfrentamiento por las reivindicaciones del ferrocarril. Los fieles al alcalde Emilio Gutiérrez, con José María López Benito y Nuria Lesmes como armas, y los concejales que se decantaron por Isabel Carrasco, con Agustín Rajoy como valor emergente por su vinculación con Génova y su gestión económica de la crisis del consistorio, Ricardo Gavilanes y Ángel Villa.

Por detrás de estos arietes se presenta un ramillete de históricos a los que acudir para apuntalar el poder, como el omnipresente Luis Aznar o el ex alcalde y actual presidente del Consejo Consultivo, Mario Amilivia, aglutinadores de voluntades siempre ahí.

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