«Disparó a ciegas, podía haber dado a cualquiera»

Arturo Fernández no olvida fácilmente el tiroteo que sufrió, junto al senador socialista Daniel García, un lunes 20 de mayo de 1991. «Estábamos al comienzo de un acto electoral en Castrocontrigo, oímos las detonaciones, y una bala pasó zumbando entre nuestras dos cabezas. Nos asustamos muchísimo, porque no sabíamos qué sucedía. Cuando comprobaron que era un sólo vecino, nos tranquilizamos un poco». Fernández admite que lo pasaron «muy mal» y que él ejerció de portavoz para los medios durante buena parte de la noche. Los disparos les dejaron «aturdidos y nerviosos». La psicosis por lo vivido le hizo conducir temeroso de vuelta a su casa de Santa María del Páramo al filo de las cuatro de la madrugada. «Cada luz que veía por esas carreteras tan oscuras y poco transitadas, me atemorizaba», indica. Sobre el autor del ataque, ya fallecido, considera que era «un hombre que intentó reventar un acto político, y que no fue capaz a sujetarse ante un mitin socialista». Según supo más tarde, el individuo «poseía un retrato de Francisco Franco en la cabecera de su cama», y disparó «a ciegas, ya que las persianas del local de la junta vecinal estaban bajadas en ese momento. Podía haber dado a cualquiera de los que estaban en la sala». Fernández, que ocupaba en aquella fecha un puesto en la ejecutiva del PSOE, tiene todavía presente el ruido de las balas rompiendo el cristal, que estalló en añicos hiriendo a su compañero en el púlpito en una oreja y levemente a él. Llamaron a la Guardia Civil, que detuvo al hombre poco después.