Diario de León

INVESTIGACIÓN DEL CRIMEN DE CARRASCO

Una policía local, su amiga y la incógnita de qué pasó con el revólver

Una agente entregó el revólver que, según su versión, no halló hasta la tarde del martes en el maletero de su coche, a pesar de que admitió que el lunes se había cruzado con su «muy buena amiga» Triana.

Raquel Gago Rodríguez, la policía local amiga de Triana

Raquel Gago Rodríguez, la policía local amiga de Triana

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Llegó al cuartel del paseo del Parque como cada mañana, sobre las 07.00 horas, se vistió, asistió a la lectura del parte del día que hacen los mandos con absoluta normalidad junto al resto de sus compañeros, se montó en el coche y se fue a patrullar sobre las 07.30 horas. Un día más que empezó a cambiar cuando alrededor de las 08.20 horas oyó su número de identificación por la emisora con el aviso de que volviera a la base. Raquel Gago Rodríguez, policía local de 41 años, 17 de ellos como agente del cuerpo municipal, sabía que tenía que explicar por qué la noche del martes, sobre las 22.20 horas, había acudido a las dependencias de la Policía Nacional con el bolso en el que estaba la presunta arma del crimen de Isabel Carrasco. El mismo revólver que buscaba la policía de forma exhaustiva las últimas 28 horas. El arma que apareció en el maletero de su coche y que la vinculaba con Triana Martínez, una «muy buena amiga», como reconoció a sus compañeros, con la que se había cruzado la tarde del asesinato, minutos antes de que fuera detenida.

El testimonio de Raquel Gago ante sus superiores no difirió de lo que había declarado la noche anterior en la Comisaría. Hasta allí llegó acompañada del novio de su hermana, que es policía nacional. En las dependencias de la calle Villabenavente entregó el bolso de bandolera de color negro que, como explicó a los investigadores, había encontrado esa misma tarde en el maletero de su coche al ir a meter la bicicleta. No lo había visto antes, afirmó, a pesar de que admitió que se había topado con Triana Martínez, la hija de la presunta autora del asesinato, en el entorno de Gran Vía de San Marcos. Se saludaron de forma afectuosa, acorde a la relación de estrecha amistad que mantenían, pero negó que la entregara nada. Ni en ese momento, ni en ninguno. Y para reforzar su tesis aportó como testigo a una tercera persona que estaba con ella en el momento del encuentro y quien, según las fuentes consultadas, suscribió el argumento de que no había habido intercambio, aunque sin identificar a Triana como la persona con la que se habían cruzado porque «no había prestado atención».

Avalada por esta coartada y, ante la falta de indicios firmes de su participación como encubridora e incluso cooperadora en el asesinato, la Policía Nacional dejó en libertad a Raquel Gago, no sin antes advertirla de que estuviera localizada. Así llegó a su puesto de trabajo a primera hora, aunque después de reunirse con sus superiores, con los que había pedido hablar a primera hora por «un tema personal», la enviaron a casa de descanso unos días, sin sanción de empleo y sueldo, ni ninguna otra medida disciplinaria, en espera de que se concrete la investigación.

Pese a dejarla en libertad, la Policía Nacional admite que existen lagunas en la declaración de la agente del cuerpo municipal. Quedan vacíos por afinar cómo el modo en el que la bandolera negra fue introducida en el maletero, presuntamente sin que se diera cuenta. No ven consistencia en el momento de supuesto despiste en el que se cruzan, ni siquiera aunque algunas fuentes apuntaran ayer que Raquel Gago podría haber testificado que Triana contaba con un juego de llaves de su Volkswagen Golf ranchera, que se lo habría prestado esa misma tarde y que la hija de la presunta asesina habría llegado en ese vehículo al entorno del paseo de la Condesa, mientras que su madre lo hacía en el Mercedes deportivo que quedó estacionado en la esquina de Roa de la Vega con Gran Vía de San Marcos. Los argumentos que la investigación pone junto a los tickets de la ORA de la zona azul encontrados en los dos coches: los resguardos en los que casi se calcan las horas de estacionamiento y los espacios de tiempo que permanecieron.

Una trama que tendrá que ser resuelta ahora por los investigadores, que además cuestionan cómo puede ser que la agente de la Policía Local no pusiera en conocimiento de sus superiores que se había encontrado con Triana la tarde del asesinato cerca del lugar de los hechos, a pesar de que no supiera que tenía el arma.

tracking