Diario de León

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Las detenidas alimentaron una «vorágine obsesiva mutua» contra Isabel Carrasco en la que la madre llevaba la voz cantante

Documentación, noticias, planos rotulados del barrio donde vivía la víctima y otra pistola son hallados en el domicilio de Triana Martínez.

Monserrat Gonzalez, autora confesa del asesinato de la presidenta de la Diputacion de Leon, Isabel Carrasco

Monserrat Gonzalez, autora confesa del asesinato de la presidenta de la Diputacion de Leon, Isabel Carrasco

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«Madre e hija alimentaron una vorágine obsesiva mutua contra Isabel Carrasco en la que la madre tenía la voz cantante». La frase es de uno de los mandos de la policía que dirige la investigación sobre el asesinato de la presidenta de la Diputación de León. Unas pesquisas que casi se han dado por concluidas gracias el cariz de los acontecimientos en las últimas horas con la confesión autoinculpatoria de la madre. Todo, aceptó ante los agentes, fue una «venganza» tramada durante años junto a su hija, Montserrat Triana Martínez González, por el «maltrato» que, a su modo de ver, la presidenta del PP leonés daba a su hija, tanto en el plano político como en el personal o laboral.

Junto a la confesión, la aparición en la casa de Triana Martínez de elaborados planes y «seguimientos compulsivos» hacen que, por fin, las piezas de este rompecabezas empiecen a encajar. El crimen, según ha explicado la asesina confesa a la policía, tenía seis motivaciones fundamentales: estrechas relaciones personales durante años y ahora rotas; luchas intestinas en el PP leonés que alejaron a Triana Martínez de cualquier posibilidad de hacer carrera política; la frustración laboral por perder su puesto en la Diputación; años de litigios con esa institución a cuenta del dinero abonado irregularmente a Martínez; la depresión de la hija; y la delicada situación económica de una familia acostumbrada a un alto nivel de vida, que veía como el amplio ático de Triana en el centro de León estaba a punto de ser embargado. Con las armas en su poder comenzaron los seguimientos a Carrasco en los últimos meses. De acuerdo con el relato de la madre, ella misma y su hija se dedicaron durante días completos a vigilar los movimientos de la presidenta de la Diputación, que no tenía escolta. En aquel domicilio, fueron acumulando datos, fotografías, contrastando salidas y entradas, y recopilando informaciones periodísticas sobre la agenda de la líder del PP de León.

Unas «vigilancias compulsivas», según los investigadores, que destacan que madre e hija podían pasarse horas en las inmediaciones de la casa de Carrasco en el Paseo de Sagasta o en la sede del PP en el Paseo de Salamanca para calcular sus trayectos entre los dos inmuebles. Todos esos planos y documentos han sido encontrados en el registro del piso de Triana, en el que también se ha hallado la segunda pistola, la que no se usó en el asesinato, amén de medio kilo de marihuana y hachís (valorado en el mercado en unos 3.000 euros), que le va a valer a la hija una imputación por tráfico de drogas ante la Audiencia Provincial.

Pero la fortuna se alió durante semanas con Isabel Carrasco. En cinco ocasiones, confesó la asesina material, ella y su hija salieron a matar a la presidenta, a la que siempre esperaban a la salida de su casa. Varias veces lo hicieron los lunes por la tarde porque sabían que su víctima solía pasarse por la sede del PP, al otro lado de la pasarela que une las dos orillas del río Bernesga. Pero no encontraban el momento. O iba acompañada o en coche oficial. Hasta el lunes.

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