Diario de León

EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO

Triana a su llegada a la cárcel en Mansilla: "De aquí no salgo en la vida"

La hija se derrumba al entrar en la cárcel. Ella y su madre entran dentro del protocolo de prevención de suicidios sin que puedan tener comunicación entre sí

Los furgones policiales que trasladan a las dos acusadas entran en la cárcel leonesa de Villahierro

Los furgones policiales que trasladan a las dos acusadas entran en la cárcel leonesa de Villahierro

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Nadie diría que la joven que llegó ayer a las 04.45 horas con unos vaqueros, botas, trenka negra y el pelo suelto sobre la cara tenía celda reservada en Villahierro. Se la habían encargado, una para ella y otra para su madre, después de siete horas de extenuante interrogatorio ante la juez; después de dos días casi sin dormir; después del aislamiento que empezó con la detención, el lunes, sin que pudieran verse más que en el momento en el que, con la presión policial al máximo, en la noche del martes, tras 24 horas enrocadas en que no tenían nada que ver, los investigadores dejaron a la progenitora que observara en qué estado se encontraba su hija: se derrumbó y confesó que había sido ella quien disparó a Carrasco. Tres días de mella que se reflejaban en los ojos casi hundidos, perdidos, con los que había salido de los juzgados revestida de esa tranquilidad que llegó a sorprender a los agentes que la custodiaron. Pero la firmeza se quebró cuando, cruzado ya el muro, superado el trámite de entrega por parte de la Guardia Civil, vio el largo pasillo que se abría delante de ella. Entonces, casi para sí misma, Triana musitó: «¿Y ahora, qué? No salgo de aquí en la vida».

Unos pasos más allá le esperaba ya la ‘presa sombra’ que se le ha asignado dentro del protocolo de prevención de suicidios que ya se le aplicó durante su estancia en los calabozos de la Comisaría de San Andrés. La interna de más confianza de la prisión, según explicaron fuentes del penal, será la encargada de que no vaya siquiera sola al baño. El ángel custodio que velará por su cuidado, en el que intervienen además trabajadores sociales y psicólogos, durante las semanas que tenga que pasar en el módulo de ingreso, antes de pasar al internamiento con el resto de las presas que forman parte del padrón de la cárcel de Villahierro.

No podrá estar con todas por ahora. La orden dada por la juez implica que Triana Martínez no pueda cruzarse con su madre, Montserrat González, colocada en un ala diferente del penal, sin comunicación posible, ni modo de tener contacto, y también sujeta a las reglas y rutinas del protocolo de prevención de suicidios programado por la dirección de la cárcel.

Ahora, separadas, algo que no están acostumbradas dentro de una relación tan estrecha que hacía que compartieran el piso de León con frecuencia de lunes a viernes, madre e hija tendrán que acostumbrarse a la vida en la cárcel. Allí deben permanecer durante el tiempo que dure la instrucción del caso. En Villahierro estarán hasta que se cumpla con todo el procedimiento judicial y se fije el señalamiento de la fecha del juicio, que suele tardar un año en estos casos. Entonces, Triana y Montserrat sabrán qué.

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