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EL CRIMEN DE ISABEL CARRASCO

Un controlador de la ORA que estaba con Gago dice que Triana no le dio nada pero que estaba esperando

Un controlador de la zona azul reconoce que estaba con la agente de la policía local Raquel Gago en el cruce de Lucas de Tuy con Sampiro cuando se cruzó con Triana, que se hallaba en actitud de espera pero que no la entregó nada.

Calle Sampiro, donde se encontraron Triana y la policía local Raquel Gago, que estaba en ese momento con un controlador de la ORA

Publicado por
León

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Por la ORA se sabe que Raquel Gago Rodríguez estaba en Lucas de Tuy, esquina con la calle Sampiro, a escasos 250 metros de la pasarela en la que se cometió el crimen. En concreto, por el testimonio de un controlador de la zona azul que se encontró con la agente de la policía local. Se conocen de verse por la calle; no es que sean muy amigos. Pero el lunes, alrededor de las 17.30 horas, el operario del pago por estacionamiento se encontró con la agente municipal y se paró a hablar con ella. Una charla distendida, sin más. La joven estaba junto a su coche, el Volkswagen Golf ranchera en el que luego aparecería el arma del asesinato, en actitud de espera, como definió el controlador a los investigadores. Y entonces, llegó Triana Martínez, que presuntamente venía de acompañar a su madre, aunque el hombre no sabe concretar si era ella porque no prestó atención. Pero lo que sí ratifica es que, pese a que se saludaron de forma afectuosa, no le entregó nada. En ningún momento vio la bandolera negra que luego apareció en el maletero.

El testimonio del controlador de la ORA, que hacía el recorrido de recogida de los sobres de anulación de denuncias que se depositan en los parquímetros, sustenta por ahora la coartada de la policía local. La agente se enroca en que se encontraron de forma fortuita mientras hacía unas compras, que en ningún momento Triana Martínez le entregó el bolso negro y que tan sólo advirtió su presencia al día siguiente, ya en la tarde del martes, al abrir el maletero para meter la bicicleta; el momento en el que, alrededor de las 22.20 horas, acompañada por el novio de su hermana, un policía nacional, entregó el revólver en la Comisaría. La sucesión de hechos se intercala con las teorías que apuntan que podría haberle dejado esa tarde el coche a Triana, que disponía de un juego de llaves del Volkswagen Golf. Algunas fuentes apuntan que podría haberse desplazado con él hasta el lugar de los hechos, aunque los vecinos de madre e hija las vieron salir juntas en el Mercedes deportivo a las 16.55 horas.

Pese a que dejó en libertad a Raquel Gago, la Policía Nacional alimenta muchas dudas. Las sombras que intentará disipar hoy, cuando se espera que la juez llame a declarar a la policía local para esclarecer su presunta participación en los hechos. La citación en la que se deberá enfrentar a la pregunta de por qué no informó a los encargados de la investigación el mismo lunes de que minutos después del asesinato se había encontrado con Triana Martínez.

No lo dijo pese a que sabía desde el primer momento que Triana Martínez había sido detenida. Se lo contó su compañero habitual de patrulla, quien el lunes estaba de tardes y fue uno de los encargados de interceptar el vehículo en el que presuntamente pretendían huir madre e hija. El agente la conocía de sobra, las había visto juntas muchas veces y sabía la relación que tenían. Triana incluso le saludó y le comentó que no sabía qué pasaba, ante lo que el policía la aconsejó que estuviera tranquila. Era una muy buena amiga de Raquel, una amiga íntima que incluso le prestaba alguna vez el Mercedes para ir al cuartel. Por eso el agente entendió que, una vez trasladadas las detenidas a la Comisaría de la Policía Nacional, tenía que llamar a su compañera. Han detenido a Triana, le dijo, sin que trascendiera cómo reaccionó.

Lo mismo le achacan sus superiores de la Policía Local, quienes, ante la noticia de que había entregado la pistola, el miércoles decidieron mandarla a casa de descanso cuarenta minutos después de que hubiera salido a patrullar, igual que en una jornada normal, como el martes en el que participó en el operativo de vigilancia del velatorio de Carrasco. El incidente abrió una información reservada en el Ayuntamiento de León que ayer se concretó, sin esperar siquiera a ver si la juez la cursa auto de procesamiento, en un expediente disciplinario con sanción de empleo y sueldo que la envía dos meses a su casa.

Allí, en su piso de Eras de Renueva, a escasos metros del domicilio de sus padres, se refugia ahora Raquel Gago acompañada de su hermana y algún amigo. En el cuartel de la Policía Local, los compañeros hacen piña alrededor de su testimonio. No ven la hora de que se aclare.

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