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Los barones del PSOE aclaman a Susana Díaz antes de consultar a las bases

La maniobra de ocho líderes territoriales amenaza con cortar las alas a Madina.

Rubalcaba y Madina, durante el pleno que se celebró ayer en el Congreso de los Diputados.

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P. de las Heras | Madrid
León

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La temperatura sigue subiendo en el caldero socialista. No se había terminado de resolver aún el debate sobre cómo hacer que los militantes puedan participar mediante el voto directo en el congreso extraordinario convocado para el 19 y 20 de julio, que ni siquiera se había dado aún por definitivo que vaya a ser así, cuando un nutrido grupo de barones dio un paso al frente para reclamar, gota a gota, que Susana Díaz sea elegida la próxima secretaria general del PSOE.

El apoyo generó un gran revuelo interno y el enojo de quienes, como el secretario general de los socialistas extremeños, Guillermo Fernández Vara, defienden que, ahora más que nunca, hay que oír la voz de la militancia.

Eduardo Madina, que tenía intención de anunciar el lunes si se presenta o no al congreso —y sólo lo hará, como ya advirtió, si se busca una fórmula de voto directo— salió al paso de la avalancha con un reproche velado: «Respeto la opinión de estos secretarios regionales, pero quiero saber si ellos están dispuestos a respetar la de los 240.000 militantes del partido». Esos secretarios regionales, de momento, son ocho: el valenciano Ximo Puig; el madrileño Tomás Gómez; el canario José Miguel Pérez; el aragonés Javier Lambán; el riojano César Luena; el navarro Roberto Jiménez, la cántabra Eva Díaz y el murciano Rafael González Tovar. Pero otros, como el vasco Patxi López y el castellano-manchego Emiliano García-Page, ya han dejado ver también su preferencia por la dirigente andaluza, aunque de forma menos explícita.

El caso es que todos ellos se han mostrado partidarios, estos días, de la fórmula un militante, un voto, a pesar de que a algunos nunca les ha hecho mucha gracia. Madina tuvo la habilidad el martes de lanzar un órdago que los obligara a retratarse. Y como nadie quiere asumir el coste de ser señalado como aquel que cercenó los avances hacia una mayor democracia interna, uno a uno alabaron la idea. Pero hay algo contradictorio en su jugada. Porque si lo que va a haber es un congreso asambleario, de momento, solo hablan en nombre propio