Diario de León

Barcelona en llamas

El desalojo de Can Vies, una casa de okupas, ha desatado disturbios nunca vistos en la capial catalana durante varias noches consecutivas.

La policía controla la calle durante los incidentes. Abajo, manifestación por la libertad de los 30 detenidos .

La policía controla la calle durante los incidentes. Abajo, manifestación por la libertad de los 30 detenidos .

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C. Reino | Barcelona
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Las calles del barrio barcelonés de Sants se han convertido esta semana en un campo de batalla, donde durante tres noches consecutivas han ardido contenedores, una unidad móvil de TV3, se han lanzado cócteles molotov y han sido detenidas más de 40 personas. Estas son las claves de los disturbios de Can Vies.

EL ORIGEN DEL CONFLICTO

Can Vies se ha convertido en un icono del tejido asociativo de Barcelona. Era casi la última gran casa ‘okupada’ que quedaba en Barcelona y representaba un referente para los que creen en la autogestión como manera de dirigir los equipamientos comunes. Este local, durante los más de 17 años que permaneció abierto, acogió diferentes entidades, como asociaciones culturales o un medio de comunicación local. TMB, empresa pública de transportes de Barcelona y propietaria del inmueble, acudió a los tribunales para reclamar el desalojo. Una sentencia avaló su petición. En el futuro albergará una zona verde.

¿POR QUÉ EST ALLA LA VIOLENCIA?

Jordi Mir, profesor del departamento de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra y director del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales, apunta dos factores: el desalojo y razones socioeconómicas. «Can Vies estaba muy arraigada en el barrio de Sants y tenía muy buenas relaciones con el movimiento vecinal de la zona» apunta. A su juicio, el lunes, el día que se inició el desalojo y el derribo del edificio, contestado con protestas, la Policía catalana «no gestionó de manera adecuada la operación». Los expertos no se ponen de acuerdo sobre si los disturbios responden a una explosión social por el momento de crisis, si se trata de un hecho puntual o si hay una contienda oculta entre los poderes públicos y grupos antisistema. Pero lo que sí es significativo es que las protestas se han extendido a más barrios de Barcelona y a otras localidades catalanas, lo que equipara el fenómeno a otros casos como el barrio burgalés de Gamonal.

¿QUIÉNES SON LOS VIOLENTOS?

Desde que en 2006 Barcelona tuvo que cancelar una cumbre europea por temor a las protestas de los antisistema, la percepción del problema de las algaradas es otra. La policía habla de estructuras organizadas, grupos violentos que intentan sembrar el caos en la ciudad. Se trata de unos 2.000 activistas heterogéneos, provenientes del neoanarquismo radical, de movimientos antiglobalización, de la izquierda más radical, okupas, antifascistas, independentistas o simplemente gamberros. Barcelona lleva años actuando como foco de atracción de grupos antisistema, se habla de un turismo anarquista y recreativo, por su movimiento okupa, las fiestas ilegales y su halo libertario. De hecho, la capital catalana ha sido una ciudad donde el anarquismo de la CNT y el movimiento revolucionario siempre han tenido un fuerte arraigo. Los más violentos en esta ocasión responden al movimiento ‘black bloc’, que han emprendio una batalla contra el sistema.

¿FORMAN LOS VIOLENTOS PARTE DEL MOVIMIENTO DE DEFENSA DE CAN VIES?

Mir señala que en la plataforma que defiende Can Vies hay un sector, muy minoritario, que cree en la violencia como instrumento legítimo para alcanzar unos objetivos. Pero también indica que en la primera manifestación del lunes había 4.000 personas y solo 30 actuaron de manera violenta. La plataforma de apoyo a Can Vies, dice Mir, ha tratado de desvincularse de los sectores radicales, aunque fuentes de este movimiento evitan condenar la violencia y acusan a los Mossos y al ayuntamiento de incitar a la algarada.

¿HAY ESCALADA DE VIOLENCIA?

Mir no cree que los episodios violentos que se han dado en Sants sean muy diferentes a otros que han acaecido en Barcelona, ya sea en celebraciones deportivas, huelgas generales o desalojos de casas de okupas. Los sindicatos policiales, en cambio, apuntan que estos tres días se han vivido escenas inéditas y que nunca en la capital catalana se había repelido la acción policial con cócteles molotov.

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