Diario de León

LA PROCLAMACIÓN DEL NUEVO REY

El nuevo Rey: "Aquí caben todas las formas de sentirse español"

Felipe VI dice en su discurso al ser proclamado rey que "una nación no es sólo su historia, es también un proyecto integrador"

Felipe VI agradece poniéndose la mano en el corazón el apoyo de la gente congregada ante el balcón del Palacio Real

Felipe VI agradece poniéndose la mano en el corazón el apoyo de la gente congregada ante el balcón del Palacio Real

Publicado por
JOSÉ MIGUEL BLANCO
León

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No ha habido una referencia explícita a Cataluña en el discurso de Felipe VI tras ser proclamado Rey por las Cortes, pero ha habido palabras en su intervención que han hecho pensar inmediatamente en el reto que suponen las voces independentistas en esa comunidad.

La apuesta soberanista catalana es considerada como el principal problema político que en la actualidad tiene España, y don Felipe, en su primer discurso como nuevo Monarca, no lo ha obviado y, sin citarlo, ha abogado por el entendimiento. Y lo que ha dejado claro es que la Corona que él va a encabezar a partir de ahora reafirma su fe en la unidad del país, pero siendo consciente de que esa unidad no es sinónimo de uniformidad, así como de la diversidad reconocida en la Constitución y de la defensa de las culturas, tradiciones, lenguas e instituciones de todos los pueblos de España.

Una España "unida y diversa" en la que "cabemos todos. Caben -ha dicho- todos los sentimientos y sensibilidades, y caben las distintas formas de sentirse español".

Pero ha lanzado otro guiño de reconocimiento a la diversidad dando las gracias al acabar su intervención en el hemiciclo del Congreso haciéndolo en castellano, catalán, euskera y gallego.

Con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, en la tribuna de invitados (y no muy generosos en aplausos al término del discurso), Felipe VI ha lanzado ese mensaje siendo plenamente consciente de cuál es su papel en una Monarquía en la que la soberanía nacional reside en las Cortes.

No puede decidir, pero sí, como ha hecho hoy, invitar a las fuerzas políticas a llegar a acuerdos sobre las materias y en los momentos en que así lo aconseje el interés general, y actuar de tal forma que no se rompan nunca los puentes de entendimiento. Todo ello supone actuar en el marco de una Constitución a la que se ha referido en varias ocasiones como garantía de estabilidad y convivencia y sin entrar en las propuestas de reforma que plantean algunos partidos precisamente a consecuencia de la situación en Cataluña.

En una muestra de cercanía a los ciudadanos que se han lanzado hoy a las calles en Madrid, Felipe VI ha decidido hacer en un coche descubierto su recorrido en el automóvil en el que se ha desplazado desde el Congreso hasta el Palacio Real para la recepción con motivo de su proclamación. Y como prueba de esa cercanía ha habido también partes en su discurso en las que se ha mostrado especialmente preocupado por la situación de los más desfavorecidos.

Desde el punto de vista económico, las crisis y sus consecuencias representan la principal preocupación de Gobierno, fuerzas políticas y ciudadanos, y era inevitable que el primer discurso de Felipe VI lo abordara. Lo ha hecho apelando al deber moral de trabajar para revertir la situación de los españoles especialmente golpeados por la crisis y considerando una obligación transmitir un mensaje de esperanza, de forma especial a los más jóvenes.

Sí ha pedido ese compromiso a los poderes del Estado responsables de hacerlo posible, públicamente se ha impuesto a sí mismo otro de integridad, honestidad y transparencia.

Lo ha hecho porque ha asegurado ser consciente de que hoy más que nunca, "con toda razón", los ciudadanos demandan que los principios morales y éticos inspiren la vida pública, y que la ejemplaridad la presida.

No se escapa que esas palabras tienen mucho que ver con la situación en la que se encuentra la infanta Cristina y que ha impedido que hoy siguiera desde la tribuna de invitados el acto de proclamación de su hermano, Felipe VI.

Todos los compromisos contraídos en su intervención, la defensa de la unidad en la diversidad, el trabajo para superar definitivamente la crisis y la garantía de ejemplaridad, pretende que sean los ingredientes de la que ha denominado "una Monarquía nueva para un tiempo nuevo".

Gobierno, partidos y comunidades, entre otros, están llamados a ser copartícipes muy activos para que esos deseos se vayan convirtiendo en realidad.

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