Diario de León
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¿Cómo es posible que el anodino interrogatorio hace más de cuatro años de un ex consejero sobre los desmanes económicos del Gobierno de Jaume Matas termine con la hermana del rey de España al borde del banquillo de los acusados? Los derroteros del caso Noos han ido cambiado mucho desde aquel día de febrero de 2010 cuando el entonces consejero de Turismo Joan Flaquer mencionó por primera vez la existencia del Instituto Nóos en sede judicial. Hasta entonces la fundación de Iñaki Urdangarín solo era conocida para algunos empresarios, deportistas y políticos.

La vaguedad de las respuestas de Flaquer y el extraordinario coste de esos modestos encuentros de 2005 y 2006 encendieron todas las alarmas del fiscal Pedro Horrach y el juez José Castro, acostumbrados a detectar a distancia los enjuagues económicos de Matas. Ambos decidieron tirar del hilo. En marzo de 2010, Matas, al ser preguntado por estos convenios, habló por primera vez, casi presentándolo como un blindaje, de que detrás de Nóos estaba Urdangarín y que, por tanto, no había mucho que investigar porque obviamente todo era legal. Horrach y Castro decidieron, dado el personaje del que se trataba, llevar la investigación lo más en secreto posible. Tanto que nadie se enteró cuando en julio de 2011 Diego Torres, el socio de Urdangarín, declaró ya como imputado y reveló que en realidad Nóos se había hecho con 5,8 millones de euros de concursos no públicos de los Gobiernos de Baleares, pero también de Valencia.

La investigación ya no podía seguir en secreto y en noviembre de 2011 el escándalo estalló cuando el juez ordenó a la policía registrar la sede del Instituto Nóos en Barcelona y otros domicilios. Aunque Urdangarín ya no estaba al frente de esa fundación desde 2006 todas las irregularidades que se investigaban correspondían a su época como presidente.

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