Diario de León

La monarquía «renovada» de Felipe VI se topa con la herencia del caso Nóos

La Casa del Rey acentúa su distanciamiento con el devenir procesal de la infanta .

Urdangarín y la infanta Cristina, en una imagen de archivo.

Urdangarín y la infanta Cristina, en una imagen de archivo.

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Paula de las Heras | Madrid
León

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Entraba dentro del guión. La confirmación de la imputación de la infanta Cristina en el auto con el que el juez José Castro ha puesto fin a casi cuatro años de instrucción del caso Noós no pudo ser una sorpresa para la Casa del Rey. Desde hacía semanas, antes incluso de que Juan Carlos I anunciara su intención de abdicar, se sabía que el magistrado era proclive a mantener los cargos contra la hermana del ya nuevo rey de España, que durante estos años ha evidenciado su distancia con el matrimonio Urdangarín. Con el cambio de Monarca la relación de la duquesa de Palma con la corona pasa a ser, formalmente, tangencial. Ya no es Familia Real sino familia del rey. Pero la situación sigue siendo incómoda para la institución.

La Zarzuela ha aprendido, en todo este tiempo, de sus errores. La respuesta que se dio a la noticia de que doña Cristina pueda ser juzgada por blanqueo de capitales y delito fiscal, tan sólo seis días después de la proclamación de Felipe VI ante las Cortes Generales, no dista mucho de la que ofreció cuando el pasado 7 de enero resultó imputada por segunda vez. Si entonces todo se redujo a un «respetamos las decisiones judiciales», en esta ocasión se ha ido un paso más allá con una referencia a la «independencia» del poder judicial. Pero ambas reacciones están a años luz de la que siguió al primer auto de imputación, en abril de 2013. En aquella ocasión, un portavoz de la Casa del Rey manifestó su «sorpresa» por el cambio de criterio de Castro y expresó su «absoluta conformidad» con la decisión de la Fiscalía de recurrir. El comentario levantó ampollas y fue interpretado como un deseo de interferir en el proceso judicial, que recibió severas críticas, entre otros, del PSOE. No se volvió a repetir. A partir de ese momento, en la Zarzuela fueron más cuidadosos aunque en enero de este año, pocos días antes de que el magistrado del juzgado número 3 de Palma llamara a declarar a la infanta, el jefe de la Casa, Rafael Spottorno se permitió un reproche por la duración de una instrucción que calificó de «martirio».

El, hasta hace apenas una semana Príncipe de Asturias, ha sido sin embargo especialmente escrupuloso en todo este asunto. Si su principal mensaje en el discurso de proclamación fue la promesa de una monarquía «íntegra, honesta y transparente» es porque es consciente de que el caso de corrupción que salpica a su hermana y a su cuñado ha infligido un daño difícil de reparar a la institución que él ahora encarna.

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