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LA NUEVA ERA DEL PSOE

Pedro Sánchez vence con contundencia a Madina y será secretario general del PSOE

La llamada a implicarse surtió efecto y la participación se cifró casi en el 66% pese al temor previo.

Pedro Sánchez saluda tras ganar la consulta para ser el nuevo secretario general.

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paula de las heras | madrid
León

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No hay rebelión de la militancia contra el deseo mayoritario de las direcciones territoriales del PSOE. Pedro Sánchez será el nuevo secretario general del partido después de haber recibido el respaldo del 48,7% de quienes participaron ayer en la primera elección de un líder socialista mediante el sistema de voto directo. Tenían razón los aparatos en que la idea de que las bases tienen un espíritu ácrata que les impulsa a votar en contra del poder orgánico no era más que un mito derivado de una única y asilada experiencia: la victoria de Josep Borrell sobre Joaquín Almunia en 1998. Eduardo Madina se quedó lejos de lograrlo, con un 36,14% de los votos, a pesar de sacar casi veinte puntos a José Antonio Pérez Tapias, que obtuvo un nada despreciable 15,13%. Y eso que la participación fue finalmente más elevada de lo previsto, del 65,8%.

Ahora el PSOE entra en un paréntesis. En realidad, Sánchez no será secretario general hasta que los delegados del congreso extraordinario, que también fueron elegidos ayer por los militantes, lo ratifiquen oficialmente dentro de quince días. La decisión de las bases ni siquiera tiene, reglamento en mano, carácter vinculante. No podía tenerlo porque los estatutos del partido, que sólo pueden ser cambiados en un congreso, no contemplan la elección del líder del partido mediante el procedimiento de un militante un voto. Pero, nadie duda de lo que ocurrirá. «Ir en contra de la decisión de la militancia -apuntan en la ejecutiva saliente- sería un auténtico suicidio».

El cónclave de los días 26 y 27 queda, pues, en puridad, reducido a dos objetivos: la aprobación definitiva del sistema de voto directo para procesos futuros y la validación de la nueva ejecutiva. Esa será de hecho la primera tarea del flamante líder socialista. Su primera prueba de fuego. A lo largo de las dos semanas que ha durado la campaña, Sánchez ha prometido integración. Incluso aseguró que sumaría en su equipo a sus dos rivales. Pero más allá de eso, tendrá que hacer todo tipo de equilibrios territoriales.

Nadie duda de que Susana Díaz tendrá un papel fundamental en el tiempo que ahora se abre. Entre otras cosas, porque también lo ha tenido en el apoyo masivo a Sánchez. El 80% de la ventaja sobre Madina salió de Andalucía, pese a que también se impuso en otras doce de las veintiuna federaciones del PSOE. Si ella, que era la favorita de una docena de barones, de los empresarios del Ibex 35 e incluso, de acuerdo con lo publicado por El Mundo , del rey Juan Carlos, no hubiera renunciado a dar el salto por temor a dañar a su federación -«la columna vertebral del PSOE», según sus propias palabras-, las cosas habrían transcurrido de otra manera. Y si no hubiera considerado que Madina y Alfredo Pérez Rubalcaba eran los culpables de que su salto a la política nacional se viera frustrado, también.

En qué medida el propio Sánchez se sentirá rehén de ese apoyo está por ver. Pero no tendrá fácil reivindicar su autonomía. Al menos, no de inmediato. «Los primeros que llamarán a su puerta en la noche de la victoria -vaticinaba este miércoles el líder de una federación media- serán los ‘comisionistas’». Por si acaso, a la presidenta de la Junta de Andalucía le sobraron minutos para anunciar su comparecencia cuando aún no estaban escrutados el 100% de los votos pero la victoria del hasta hace dos días desconocido diputado madrileño no tenía ya marcha atrás. En el partido son muchos los que dan por hecho que el próximo secretario de Organización será andaluz.

El madrileño, llega a liderar el PSOE en un ambiente de vértigo. Son muchos batacazos a sus espaldas. Muchos mensajes de que la ciudadanía ha perdido la confianza en su proyecto. El último, en las europeas, en las que el suelo electoral se desmoronó hasta el 23%. Por eso hay temor de que tampoco este intento de renovación valga para evitar acabar como el PSOK griego, en la irrelevancia. De momento, las peores previsiones sobre una baja participación de los militantes fallaron. Preocupadas, las direcciones territoriales llamaron a dar el do de pecho y funcionó. Pero eso no basta.

«Sé que la tarea que tenemos por delante es titánica -admitió desde la sede del partido-; España volverá a confiar en nosotros si somos audaces en las propuestas y ejemplares y coherentes en el ejercicio de la acción política: si decimos lo que hacemos y hacemos lo que decimos».

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