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Sánchez acepta retrasar las primarias como desean Díaz y el grueso de barones

Desde el PSOE rechazan rotundamente que la presidenta andaluza se vaya a presentar .

Pedro Sánchez en compañía de Susana Díaz en las cercanías de la sede del PSOE.

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paula de las heras | madrid
León

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No tendrá fácil Pedro Sánchez defender su autonomía como próximo líder del PSOE, ni librarse de la sombra que vincula su victoria en la votación del pasado domingo con la mano de la poderosa presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Aunque lo pretenda. Un día después de haber sido elegido para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba por la mayoría de los militantes (el 48,69%) él solo se enredó en un intento de reivindicarse libre de tutelas. Y lo hizo al calor de uno de los temas que, sin duda, marcarán su mandato: el compromiso con las primarias abiertas a la ciudadanía para nombrar al futuro candidato a la presidencia del Gobierno. «Iba a proponer noviembre –dijo- pero defiendo la autonomía de la nueva dirección, del nuevo secretario general y del Comité Federal para marcar su propia agenda».

La frase encierra una cierta contradicción. No habría sido así si durante la campaña para la secretaría general hubiera dicho que no se sentía comprometido con la fecha que aprobó el pasado enero el Comité Federal del partido, tras meses y meses de presión a Rubalcaba. Pero no fue así. Por sorpresa, durante el debate que mantuvieron en Ferraz los tres candidatos, dijo que esa sería la fecha que propondría «a los órganos del partido». Es cierto que se curó en salud con esa fórmula, pero no lo es menos que hizo suya la promesa de la dirección saliente.

Unos dicen que fue un golpe de efecto, precisamente, para romper la idea de que está dispuesto a ser el títere de Díaz, porque es público que Andalucía (que, por otro lado siente poco entusiasmo por las primarias) siempre quiso que la designación del candidato se produjera lo más cerca posible de las generales. De hecho, si aceptó hacerlas en noviembre de este año fue por acabar con la inestabilidad que generaban las dudas sobre el liderazgo de Rubalcaba. Otros aseguran que la única razón por la que Sánchez se mojó con ese mes fue porque pensaba que lo contrario podía sublevar a la militancia.

Ese mismo día y los sucesivos, desde las principales federaciones volcadas en lograr su triunfo – Andalucía, Madrid, Valencia, etc-, se hizo llegar el mensaje de que otoño era una fecha pésima que comprometía la campaña de las autonómicas y municipales. Pero, de nuevo, todo se hizo de tapadillo. Sin mensajes públicos. Sánchez aún así, acusó recibo y dijo que tendría en cuenta la opinión de los cargos locales y autonómicos porque la victoria electoral es prioritaria.

En privado, fuentes de la dirección andaluza ya habían anticipado que, una vez pasara la votación de los militantes, se pronunciarían a favor de retrasar la cita. Y este lunes lo hizo el número dos de la formación, Juan Cornejo, con cierta sutilidad pero sin dejar lugar a dudas. En el entorno de Sánchez no niegan que el futuro secretario general -no lo será oficialmente hasta que su elección sea ratificada en el congreso extraordinario del 26 y 27- se pueda sentir en cierto modo condicionado por los deseos de quienes, de alguna manera, pueden considerarse sus acreedores. Andalucía aportó a su victoria más de 12.000 de los 16.000 votos de diferencia entre Sánchez y Madina (el 79% del total).

Lo que rechazan con rotundidad es que las primarias se retrasen para que Díaz pueda presentarse. «Nos pongamos como nos pongamos no tiene posibilidades de hacerlo», sostienen. «¿Qué va a hacer? ¿adelantar las elecciones a mayo y dejar el Gobierno dos meses después?». Quienes lo conocen bien subrayan además otro factor que pocas veces se tiene en cuenta: «Pedro tiene algo muy importante: ambición». También la líder de los socialistas andaluces parece andar sobrada de esa cualidad.

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