Diario de León

Cuando la pena nos alcanza

Las escenas de dolor y conmoción se suceden en la montaña y en la Comandancia de la Guardia Civil de León a la llegada de los familiares de las víctimas y con el reencuentro de los efectivos de los equipos de rescate.

Antiguos y actuales miembros de la Guardia Civil se funden en un abrazo en el reencuentro en la Comandancia de la Guardia Civil.

Antiguos y actuales miembros de la Guardia Civil se funden en un abrazo en el reencuentro en la Comandancia de la Guardia Civil.

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«El honor es la principal divisa». Justamente encima de la cabeza del sargento superviviente, lucía el lema de la Benemérita en el momento en el que el ministro del Interior le pasó el teléfono. «Es el Rey», le advirtió Jorge Fernández Díaz a Enrique Ferrero. No esperaba honor de ese tipo Quique. Fuera porque el día ya llevaba demasiadas emociones fuertes o porque en el Instituto Armado el Cuerpo tiene mucha alma, el protagonista se inmutó solo lo justo. «Gracias, Majestad», musitó entre dientes. «Gracias, señor. Muchas gracias», repitió dos veces.

Y con el gesto contraído y la mirada vidriosa pero sin llegar a la lágrima, el sargento asintió en tres o cuatro ocasiones a lo que quiera que su singular contertulio le iba diciendo, hasta que se dio cuenta de que había oídos incómodos cerca y se retiró unos metros a completar el diálogo.

Le escoltaban el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández Mesa, el delegado de Gobierno, Ramiro Ruiz Medrano, el subdelegado Juan Carlos Suárez-Quiñones y oficiales varios de la Guardia Civil, liderados por el general Díez Cubelos. La conversación se prolongó tres o cuatro minutos y concluyó como se había iniciado, con la entrega del teléfono, esta vez a su dueño. El ministro advirtió de la necesidad de cumplir con la programación de la tarde y para las 19.00 horas se anunciaba comparecencia oficial.

Detalles

Fue apenas 13 minutos antes. Fernández Díaz había salido a un despacho contiguo, porque la cobertura telefónica se la estaba jugando y estaba claro que hablaba con alguien importante que no era el presidente del Gobierno. «Estaban haciendo un rescate complicado», le explicaba al monarca. Y a renglón seguido pasó a detallar asuntos que ya no trascendieron porque cubrió con la palma de la mano el terminal telefónico y de las mimas hizo de pantalla en la boca.

Acabada la tarea de la tarde del domingo en las dependencias de Fernández Ladreda, el ministro y su corto séquito enfilaron arriba en dirección a La Virgen del Camino. «Hasta mañana» se despidió. A esa hora se había confirmado ya que el funeral y las exequias por los tres fallecidos se celebrarán esta tarde a las 17.00 horas. Y poco después se adoptó la decisión de reservar para la intimidad la capilla ardiente, exclusivamente habilitada para los familiares.

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