Mas y Junqueras acuerdan celebrar las plebiscitarias a partir del 10-N
El líder de Esquerra garantiza su apoyo para que la nueva consulta sea un «éxito».
El presidente de la Generalitat y el líder de Esquerra limaron ayer asperezas, se reunieron por espacio de poco más de una hora y acordaron aparcar sus diferencias hasta el 9-N para que el sucedáneo de consulta sea un éxito de participación. Ambos dirigentes, distanciados desde que Artur Mas decidió hace una semana y media renunciar al referéndum sobre la independencia y sustituirlo por un proceso de participación, lo que provocó la ruptura del frente soberanista, coincidieron en que, una vez que se celebre la consulta del 9-N, se convocarán elecciones plebiscitarias, aunque no trascendieron los términos concretos.
Oriol Junqueras entró a pie en el Palau de la Generalitat y salió con una sonrisa, muestra de satisfacción por la recuperación de la unidad reclamada por las entidades de la sociedad civil en la concentración del domingo en Barcelona. A la conclusión de la reunión, sólo habló el lider de Esquerra: «Salimos comprometidos conjuntamente para que el 9-N sea el mayor éxito posible». Dio a entender además que los dos están de acuerdo en que «para generar el mandato democrático serán necesarias unas elecciones que nos han de llevar a la independencia de Cataluña».
Este debate en principio se abordará en profundidad a partir del día siguiente al 9-N. De hecho, el propio Mas anunció la semana pasada que la consulta de verdad, la definitiva, serán las plebiscitarias, pero en su caso no tiene tanta prisa como Junqueras, que las quiere de manera inmediata y así se lo reiteró en el encuentro con el presidente de la Generalitat.
La cuestión es qué entiende cada uno por plebiscitarias, de ahí que Junqueras afirmara que la recuperación de la confianza entre CiU y ERC se construirá a medida que avance la vía independentista. Para el republicano, las elecciones disfrazadas de referéndum son la herramienta para declarar la independencia de manera inmediata. Esquerra no es partidaria de una lista unitaria con Convergència porque considera que esta opción es una jugada de Mas para mitigar su caída electoral, mientras que los republicanos apuestan por que los partidos independentistas pacten el primer punto de sus programas, que tendría que ser el compromiso con la declaración unilateral de independencia por parte de un Parlamento de Cataluña con clara mayoría independentista. Convergència, en cambio, quiere una lista de partidos o de país encabezada por Mas y cree que la declaración vendría después de una negociación con Madrid. Desde Esquerra recelan que esa negociación podría quedarse en una reforma constitucional.
A dos semanas y media para el 9-N, la cita sirvió para que Mas y Junqueras recuperaran la senda del diálogo, aparcaran las polémicas y decidieran volcarse con la versión rebajada de la consulta, que no gusta a nadie, pero que casi todos los protagonistas del desafío independentista aceptan como logro menor. Todas las fuerzas soberanistas son conscientes de que debe tener una alta participación, por supuesto más del 50% del censo, como única garantía de que el proceso sigue adelante.
En esencia, la Generalitat ha diseñado un nuevo formato de consulta que busca dos objetivos: que intente parecerse todo lo posible a la versión original y a la vez que sea muy difícil de impugnar por parte del Gobierno central. Esta última cuestión da como resultado un proceso de participación, ya no se llama consulta, que carece de algunas de las garantías democráticas básicas que exige toda votación.