«No puede ser, con la cara de bueno que tiene»
La detención convulsionó León entre la incredulidad y las especulaciones.
Marcos está en Presidencia, pero no se le puede ver. «¿Pero no está detenido en la Comandancia?», le preguntan con insistencia a su personal de confianza. «A mí me dicen que está, pero no le he visto», vuelve a responder, mientras desde Madrid la Audiencia Nacional confirma que el presidente de la Diputación de León se encuentra dentro de la trama de corrupción investigada. Son las 10 de la mañana. Es cierto que está. Es verdad que no se le puede ver. Desde que llegaron los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en su despacho apenas ha entrado más gente que su asesor y alcalde de Puebla de Lillo, Pedro Vicente Sánchez, para facilitar documentos. No se oye ni un ruido en la galería del Palacio de los Guzmanes; sólo la madera que cruje a cada pisada. «Lo estamos mirando. Ahora no puedo hablar», contestan desde los despachos del grupo del PP, mientras a la puerta comienzan a arremolinarse los curiosos, atraídos por las cámaras y los micros. «No puede ser, con la cara de bueno que tiene», descarta una de las señoras que se acerca a interrogar. «¿El alcalde de Cuadros? ¿El que sustituyó a Carrasco?», insiste todavía, antes de seguir camino del mercado convencida de que la toman el pelo.
No es una broma. Se le ve en la cara a Marcos Martínez Barazón cuando abandona el Palacio de los Guzmanes dentro del coche de la UCO directo desde la cochera camino de los calabozos de la Comandancia. Va en el asiento trasero, justo detrás del conductor, con el brazo izquierdo apoyado en la puerta y la mano en la boca como si quisiera morderse las uñas, en un amago de esconderse. Pero al final no se tapa como intentan hacer los agentes que le han interrogado durante más de dos horas y han recogidos los documentos de Intervención y Contratación. Tiene la mirada perdida frente a los flashes que le disparan a bocajarro. Esa foto, no más de una hora después, circulará por las redes sociales con una leyenda debajo que juega con la publicidad que la institución provincial ha convertido en su bandera: «Diputación de León, calificada como la más transparente de España».
La información la lleva la ciudad en la boca con la misma sorpresa que la ha recibido y cierto asqueo. En los pasillos del Hospital, en las barras de los bares en los que los funcionarios cuchichean nerviosos, en la grada de piedra frente a Botines, no faltan dos que especulen con los motivos y duden de que no haya más nombres. «Se lo pondría la otra y lo firmó», sentencia un cargo popular cuando Marcos ya ha dejado el edificio.