«Cambiaríamos cada foto por un año más de vida de nuestros compañeros»

Su valor es conocido y su corazón es aún mayor que su coraje. Los miembros del Grupo Especial de Intervención en Montaña (Greim) de Sabero no se olvidaron ayer «de nuestros hermanos de la Unidad de Helicópteros (Uhel) número 61», a los que hicieron partícipes del Premio Diario de León al Desarrollo Social y los Valores Humanos. Y, sobre todo, «cambiaríamos cada foto que nos han hecho por una año más de vida de Emilio, Benito y Conejo», los guardias civiles fallecidos en el accidente de la Polinosa.

En un «discurso sencillo, como nosotros, y humilde en palabras», elaborado por toda la unidad, el jefe del grupo de rescate leonés, el sargento Enrique Ferrero, también arropó a las viudas del accidente del pico la Polinosa, Amalia, Eva y Susana, «quienes han sufrido una pérdida inmensa y para nosotros son las verdaderas heroínas», dijo en referencia a las esposas del capitán Emilio Pérez Peláez, del teniente Marcos Benito Rodríguez —ambos del Servicio Aéreo— y del guardia especialista en montaña José Martínez Conejo, respectivamente. A Ferrero se le quebró la voz y una larga ovación llenó el silencio.

Para los greim es «una obligación» compartir el premio —con sabor agridulce, por la pérdida de tres compañeros en el rescate del 24 de agosto—, con un Servicio aéreo que reduce el tiempo de rescate de varias horas e incluso de una noche al raso a una hora. Y también hubo referencias a los compañeros de seguridad ciudadana y a la Comandancia de León, «que nos ayudan logísticamente y en la realización de numerosas gestiones y sin las cuales nuestra labor no sería posible».

Tras recibir el reconocimiento del decano de la prensa leonesa, el jefe del Greim de Sabero invitó a sus compañeros a subir al estrado. «Hablo en nombre de ellos», dijo, en un discurso elaborado en conjunto, «como todo en mi unidad», pero «más difícil que cualquier día de escalada o práctica de rescate».

Los valores humanos, «que nos ayudan a vivir en sociedad, en la montaña nos permiten sobrevivir». Son imprescindibles, «en un medio duro», que «manda. En ocasiones te deja estar en ella y en otras te echa. Te exige que actúes con unos valores». Y es en aquí donde cada uno de los agentes del Greim tiene «la obligación, el deber y el orgullo de llevar el nombre de la Guardia Civil».

Los mejores momentos

En un medio que empequeñece al hombre, «ayudarnos unos a otros es vital», en especial si hay problemas. Ferrero se refirió entonces a la formación de los greim, en Cancanchú (Huesca), donde la relación instructor-aspirante crea «unos vínculos que perduran durante años». Allí fracasan las «máquinas del alpinismo» y consiguen la especialidad quienes han forjado el carácter en «el compañerismo, humildad, generosidad, solidaridad, superación, lealtad». Con estos sellos en el alma, para un greiman «la mejor recompensa a nuestro trabajo diario es la felicidad de la persona rescatada. Vivimos los mejores momentos al finalizar con éxito un rescate», en cuyo desarrollo «solo piensas en tu seguridad y la del rescatado, normalmente, anteponiendo la de éste a la tuya».

En los rescates complicados, «en aquellos en los que, como decimos nosotros, te juegas la chapa, lo que menos importa es el sueldo y los días libres. Lo único importante es salir de esa situación con la víctima viva. Esto demuestra que trabajas con unos valores».

Pese al dolor de haber perdido tres compañeros en la Polinosa, «cada reconocimiento nos anima a trabajar mejor» en la labor de ayudar a quien precisa auxilio en la montaña.

En el discurso del jefe de los Greim en León también se vio la complicidad entre el cuerpo y el medio rural, al reconocer la labor y cooperación con la unidad de agentes forestales, vecinos» y de todos los que trabajan por mejorar la vida en los pueblos de la provincia.