Diario de León

El PSOE se duele de que Zapatero y Bono den alas a la ‘OPA’ de Podemos

Sánchez frena las críticas al ex presidente por temor a una «guerra civil» en el partido .

El secretario general, Pedro Sánchez, no tuvo conocimiento de la polémica reunión.

El secretario general, Pedro Sánchez, no tuvo conocimiento de la polémica reunión.

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paula de las heras | madrid
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«Me creo lo que ellos digan y si plantean que fue una reunión informal, pues será una reunión informal y no le vamos a dar mayor trascendencia». Esa ha pasado a ser la respuesta oficial del PSOE a la cena que compartieron, sin conocimiento de Pedro Sánchez, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, el barón castellano-manchego y miembro de la actual dirección del partido Emiliano García-Page y el ex ministro José Bono, con los dirigentes de Podemos Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Lo dijo el número tres de la formación, el andaluz Antonio Pradas, pero no resume en absoluto el clima reinante en la cúspide de su formación.

En Ferraz admiten que han querido rebajar la importancia del asunto y que incluso han tenido que parar los pies a muchos dirigentes que se han mostrado estos días dispuestos a soltar un bufido en defensa del baqueteado Sánchez para no acrecentar la imagen de «guerra civil» a apenas cuatro meses de las trascendentales elecciones autonómicas y municipales de mayo -aunque el jueves la responsable de Empleo, Luz Rodríguez, no pudiera reprimir su cabreo y se desahogara en la rueda de prensa para valorar los datos del paro con un franco «no sé a santo de qué se tienen que reunir»-.

El malestar es enorme. Y no es ya que ni Zapatero ni Bono ni, lo que a juicio de muchos compañeros de ejecutiva es más llamativo, García-Page avisaran a su secretario general (el alcalde toledano dice que él atendió a una invitación de su amigo y mentor en Castilla-La Mancha en plan «charla personal»). Tampoco es que les atribuyan necesariamente una intencionalidad política clara, algo así como el deseo de preparar el terreno para futuros pactos postelectorales. No hace falta ir tan lejos.

El problema es que, de un plumazo, el último presidente del Gobierno y el último presidente del Congreso socialistas han elevado a la categoría de interlocutor válido al dirigente de una formación que lleva semanas diseñando una OPA hostil sobre su partido. «Le han convertido en un líder político de altura», se lamenta un veterano no precisamente complaciente con la gestión de Sánchez al frente del partido.

Justo cuando el líder socialista creía haber encontrado el flanco débil por donde entrar al que sin duda, y así lo admiten en el PSOE, es su principal «enemigo político», cuando arremetía contra lo falaz de un discurso que se alimenta del repudio a los partidos tradicionales sin ofrecer alternativas claras, Bono se despacha, dicen, con un trato de igual a igual.

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