Diario de León

Díaz reclama una mayoría absoluta el 22 de marzo

La presidenta culpa al «giro radical» de IU el adelanto electoral.

Susana Díaz firma el decreto de disolución del Parlamento.

Susana Díaz firma el decreto de disolución del Parlamento.

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cecilia cuerdo | sevilla
León

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El PSOE andaluz se muestra confiado en marcar un punto de inflexión con su estrategia de adelantar las elecciones autonómicas al 22 de marzo y convertirse en el primer territorio en medir las fuerzas de Podemos. Su aspiración es lograr la mayoría absoluta patra «gobernar en solitario». Aunque Susana Díaz durante su comparecencia para justificar el adelanto electoral se refirió a una mayoría «suficiente», la única forma de gobernar sin ataduras es con al menos 55 de los 109 diputados de la cámara autonómica. La presidenta andaluza responsabilizó del anticipo a la inestabilidad creada por su socio, IU, tras el giro «radical» dado por la dirección federal al aupar a Alberto Garzón. En sus planes no parece haber lugar para un plan B ante un escenario de ingobernabilidad por la imposibilidad de formar pactos.

«De momento tengo el cariño de la calle», aseguró ayer Díaz, «y espero que se traduzca en votos porque la gente sabe muy bien lo que quiere, y a la gente nunca hay que temerla». Y es que aunque los socialistas se empeñen en negarlo, los tacticismos electorales han pesado y mucho en su decisión de no agotar legislatura. El PSOE pretende rentabilizar el hecho de que sea la política andaluza más conocida y mejor valorada, según las encuestas. Éstas le dan además una ventaja de entorno a diez puntos sobre el PP a causa, entre otros factores, del grado de desconocimiento de su líder Juan Manuel Moreno Bonilla y de que la recuperación económica no termina de llegar al bolsillo de los ciudadanos.

Con estos datos en la mano, Díaz no duda de que tendrá mayoría suficiente para gobernar pese a la más que previsible irrupción en el Parlamento andaluz de fuerzas como Podemos, UPyD o Ciudadanos. Andalucía, dijo, «necesita un gobierno fuerte y sólido, que no se distraiga con otros asuntos». El PSOE ha gobernado casi siempre con mayoría absoluta en esta comunidad, que solo ha conocido presidentes socialistas desde las primeras elecciones en 1980.

La presidenta de la Junta reconoció que un gobierno en solitario le permitiría «trabajar a velocidad de crucero» para afrontar los retos que aún quedan por delante, aunque en cualquier caso no consideró que los tres años de cohabitación con IU se puedan tildar de «fracaso» porque han sido una oportunidad para demostrar que era posible hacer las cosas de otra manera, y que esa mayoría de izquierdas ha permitido blindar ciertos derechos. Pero «incomprensiblemente», apuntó, los presupuestos aprobados en diciembre ya no fueron «motivo suficiente para tener garantizada la finalización de la presente legislatura». «Hubieran podido ser cuatro años si no se hubiera puesto en precario un gobierno», lamentó.

Con el decreto de disolución de la cámara recién firmado, la presidenta andaluza reiteró que «hace meses que nuestro gobierno carece de solidez y estabilidad», por lo que no quedaba más remedio que «dar la voz a los andaluces»; una decisión, subrayó, «impecablemente democrática». Atribuyó en todo momento a IU la responsabilidad de la brecha abierta entre los socios. «No es un equívoco o un malentendido, sino un cambio radical en el que el pacto en Andalucía se convirtió en un obstáculo», dijo en alusión a los coqueteos de la dirección federal con Podemos.

La presidenta andaluza, según fuentes próximas a ella, detectó el cambio en su socio desde que el diputado malagueño Alberto Garzón se convirtió en la figura emergente de IU.

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