Diario de León

Sánchez ve al PSOE como el único partido que no divide a los españoles

El líder de la oposición reclama a los suyos «ganas de unirse» para vencer al PP.

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paula de las heras | madrid
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El PSOE no está en su mejor momento y el propio Pedro Sánchez lo admitió ayer abiertamente. Pero, contra todo pronóstico, la conferencia autonómica celebrada este fin de semana en Valencia, en ausencia de Susana Díaz y coincidiendo con la exhibición de fuerza de Podemos en Madrid, le ha servido para pasar página, siquiera provisionalmente, del destructivo debate sobre el liderazgo interno y para poner al partido en pie de batalla electoral. «Siempre hemos sabido unirnos en torno a unos mismos objetivos y principios. Os pido lo que siempre hemos hecho: unidad, fortaleza y salir a por todas, salir a ganar», solicitó el baqueteado secretario general.

Las últimas semanas de ruido interno han debido servir a Sánchez para reflexionar a fondo sobre el rumbo a seguir —«yo hago autocrítica a diario», suele decir—. El caso es que su discurso, para muchos barones el mejor desde que ganó el congreso extraordinario de julio, supone todo un cambio de estrategia en el modo de afrontar uno de sus principales retos, el fenómeno del partido de Pablo Iglesias. Del ataque directo y casi rabioso de las últimas semanas pasó a prácticamente ignorarlos. Como si se hubiera convencido de que lo que corresponde a un partido como suyo es mantener firme la posición y mostrar entereza.

La única mención a Podemos en una intervención tremendamente combativa con el Gobierno de Mariano Rajoy, al que acusó de aprovechar la crisis para «imponer su catecismo» y de abordar la política como un «plan contable» ajeno a las personas, fue sobreentendida. Sánchez defendió que a la luz de los planteamientos de unos y otros los socialistas son los únicos capaces de garantizar una convivencia. «España ya no soporta más divisiones. Ni la división de los que buscan la recuperación para el 10% privilegiado mientras abandona al 90% de los españoles, a esa clase media trabajadora que tanto contribuimos los socialistas a levantar, ni la división de los que pescan en el río revuelto del desencanto», dijo. Ahí quedó todo.

Interrumpido en un par de ocasiones al grito de «presidente» por los cerca de dos mil cuadros del partido presentes en el evento, una inyección de autoestima tras unas semanas aciagas, el líder socialista reivindicó una vez más la trayectoria y los logros de su partido en los últimos 35 años -la extensión de la educación y la sanidad pública, el ingreso en la UE, la ley del aborto, el sistema de pensiones, la ley de dependencia e incluso el final de ETA- ahora que, según las encuestas, muchos votantes socialistas parecen dispuestos a abrazar con entusiasmo la causa de Iglesias poco concreta en cuanto a propuestas.

Él hizo algunas promesas, a pesar del carácter autonómico de la cita. Entre otras cosas, defendió que es posible aunar mercado y democracia, y competitividad con derechos laborales, y propuso algo que por otro lado ya convirtió en mera retórica el conservador francés Nicolas Sarkozy al principio de la crisis, un contrato con la clase media y trabajadora que «refunde el capitalismo y lo ponga al servicio de la gente». «Este país no necesita un plan contable. Necesita un plan ético, asentado en los principios de igualdad, libertad, dignidad y convivencia. Por eso, además de hablar de números, es hora ya de hablar de principios y de ética en la política. Porque nosotros también tenemos números, pero nuestros números son muy diferentes. Nosotros queremos meter en el balance general la vida de las personas, sus esperanzas».

El socialista es un partido tendente a la ciclotimia y quizá el ánimo con el que abandonaron Valencia dure poco. Esta misma semana la dirección del PSOE espera que se dé a conocer un duro barómetro del CIS que, probablemente, situará a Podemos por delante en intención de voto para las generales.

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