Esperanza Aguirre echa su último pulso a Rajoy por el control del PP en Madrid
La dirección asegura que acordó su marcha de la presidencia del partido si es alcaldesa .
Si Mariano Rajoy creía que al nombrar a Esperanza Aguirre candidata a la Alcaldía de Madrid lograría domesticarla y, por fin, tomar sin problemas las riendas de un PP madrileño que siempre ha ido por libre, hasta el punto de ejercer como polo de poder interno, se equivocó. La dirección del partido asegura que la ex presidenta de la Comunidad de Madrid acordó el pasado viernes con María Dolores de Cospedal que, si es elegida alcaldesa el próximo 24 de mayo, abandonaría la presidencia regional de la formación. Ella no niega que vaya a hacerlo, pero lo que sí dejó ayer claro es que no se irá sin jugar sus cartas hasta el final.
Con la defenestración de su sucesor, Ignacio González, y la previa caída en desgracia del que fuera secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados -en la cárcel por su participación en al red de corrupción destapada por la operación Púnica- la posición de Aguirre se ha visto seriamente debilitada. «Todo su equipo -dicen fuentes de partido- está muerto». Rajoy vio una oportunidad. Y la aprovechó. Pero aunque finalmente se acabe cobrando su pieza, algo que todos en el partido dan por hecho, aún le queda por delante una incómoda batalla.
Aguirre no está dispuesta a renunciar a su capacidad de designar a los candidatos a las alcaldías madrileñas, a hacer las listas y el programa. Así se entiende en el partido su contundente reacción a informaciones que sostenían que la dirección del PP tenía intención de nombrar ya una gestora en Madrid para poder articular las listas entorno a la figura de la nueva candidata regional, Cristina Cifuentes, con personas afines a Génova. Informaciones que, según afirmó el PP en un comunicado, «carecen de veracidad».
«Que pongan una gestora mañana si quieren, y en ese momento que busquen a otro candidato -retó la aún líder regional en una entrevista en la Cope-, porque yo no me voy a presentar como candidata para que el programa electoral lo hagan otras personas con las que yo no coincidido, y la lista electoral otro tanto. No, no soy un monigote».
Muchos en el PP creen que Aguirre sobreactuó. Que en realidad ella sabía perfectamente que ahora no iba a haber gestora. Entre otras cosas, porque la dirección nacional entiende que tampoco hace falta. Esto es, que el acuerdo con Cospedal para postergar a después de los comicios una salida de la presidencia del PP regional implica, de facto, que ella ya no manda, aunque se haya optado por dejar para más adelante la materialización de ese hecho por una mera cuestión estética y por no forzar la máquina dada su negativa inicial. «Si valgo para candidata no puedo salir por detrás de la presidencia del partido. ¡Pero esto qué es!», clamó ayer.
Su movimiento ha creado un enorme malestar en Génova, desde donde recuerdan que, en realidad, la polémica dirigente debería haber abandonado hace mucho su cargo orgánico. Cuando se postuló a la presidencia del partido en 2004, ya siendo presidenta de la comunidad y sin hablar previamente con Rajoy, lo hizo argumentando que no podía ser que el PP de Madrid fuera el único de toda España que no estaba pilotado por quien ejercía como presidente autonómico o jefe de la oposición en el Parlamento. Y cuando se fue de la comunidad aseguró que, no de inmediato, pero dejaría también su responsabilidad en el partido porque ella no cree en la bicefalia. «Eso lo dejo para el PNV», dijo. De eso hacen ya más de dos años.
Son muchos los que sospechan que Aguirre trata de ganar tiempo.