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El bipartidismo resiste aunque resulta tocado tras los comicios andaluces

PSOE y PP, con el 62,2% de los votos, obtienen el peor resultado de la historia autonómica.

Publicado por
r. gorriarán | madrid
León

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El bipartidismo ha salido tocado de las elecciones andaluzas, pero sigue ahí. Los pronósticos de una voladura de la fórmula instaurada en la transición fallaron. PSOE y PP reunieron juntos el 62,2% de los votos y cosecharon 80 de los 109 escaños del Parlamento de Andalucía, las tres cuartas partes. Una mala salud de hierro que no debe tapar que los dos partidos mayoritarios sacaron el peor resultado de la historia autonómica.

La suma de votos socialistas y populares ha retrocedido 24 puntos largos en apenas siete años, y 18 si se toma como referencia los comicios autonómicos de hace tres años. En las autonómicas de 2008 obtuvieron entre los dos grandes 103 de los 109 diputados autonómicos y casi el 87% de los sufragios en Andalucía. Una fotografía casi idéntica a la de las generales de ese mismo año, en las que PP y PSOE reunieron el 84% de las papeletas en toda España y 323 de los 350 asientos del Congreso. Una semejanza que se repitió en las votaciones de 2011 y 2012.

Esta similitud desmiente a quienes dicen que lo que ocurre en unas autonómicas andaluzas no es extrapolable al resto de España porque esa comunidad tiene un microclima político debido a la particularidad de que siempre gana el PSOE, con la excepción de 2012. Sin ser falso este aserto, también es cierto que cuando el PP gana las elecciones generales es que en Andalucía le va bien y viceversa. No se ha dado el caso de un descalabro para los populares en ese territorio junto a un triunfo nacional.

El bipartidismo ha aguantado aunque sea a duras penas. Es innegable, sin embargo, que su declive parece inexorable. El PSOE y PP obtuvieron en Andalucía los peores resultados desde la recuperación de la democracia; 35,4% los socialistas y 26,7% los populares. Un escenario que se va a reproducir en los comicios del 24 de mayo, y en las generales de noviembre o diciembre. Un diagnóstico coincidente para todos los partidos, solo difieren de los ritmos. PP y PSOE creen que la fórmula aún tiene años de vida, mientras que Podemos y Ciudadanos ven un fin más abrupto.

La extrapolación de los resultados autonómicos a unas elecciones generales constata que el PSOE se habría mantenido en Andalucía, con un ligero repunte incluso; el PP sufriría un serio retroceso; mientras que Podemos y Ciudadanos alcanzarían una representación en el Congreso similar a la del Parlamento andaluz; e IU casi desaparecería. De los 60 escaños que aporta esta comunidad a la cámara baja, 27 serían socialistas, 20 populares, el partido de Pablo Iglesias sumaría nueve, el de Albert Rivera, tres, e IU lograría uno. En las generales de hace cuatro años, el PP sumó 33, el PSOE, 25, e IU, dos.

La caída del partido de Mariano Rajoy, unida a su declive en Cataluña, obliga a la formación gubernamental a tener buenos resultados en Madrid y Valencia, los dos grandes yacimientos de votos y escaños, en las elecciones generales. Algo que está por ver a tenor de lo que dicen las encuestas. Los socialistas, a su vez, compensarían con los resultados de Andalucía los nefastos que tendrían en Cataluña, donde han quedado relegados a ser quinta o sexta fuerza, y deberían mejorar mucho sus perspectivas madrileña y levantina, un objetivo también difícil a la luz de los vaticinios demoscópicos.

Lo que ocurriría con los dos partidos emergentes es un albur porque no hay referentes históricos de comparación. Solo se puede decir que irrumpirán con fuerza, pero es improbable que se registre ese cuádruple empate que anhelan Podemos y Ciudadanos, y todo apunta que estarán un escalón por debajo de los dos grandes.

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