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Rosa Díez no cede, pero trata de rebajar la tensión con los críticos

No dimitirá ni pactará con Ciudadanos, pero anima a los ‘rebeldes’ a seguir en sus escaños.

Rosa Díez y Toni Cantó a su llegada al Congreso de los Diputados.

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alfonso torices | madrid
León

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Rosa Díez, tras lograr que la dirección de UPyD le confirmara en su cargo y avalase su estrategia de no pactar con Ciudadanos, trata ahora de atajar la rebelión interna desatada por el hundimiento del partido en las andaluzas, donde la formación de Albert Rivera le arrebató el centro político.

La portavoz de UPyD insistió ayer en que no dimitirá ni abrirá el partido a alianzas electorales, como reclaman importantes dirigentes y cargos públicos de la formación, pero al tiempo trató de quitar hierro a las peticiones de renuncia formuladas por tres de los cinco diputados del partido, Álvaro Anchuelo, Irene Lozano y Toni Cantó, a los que animó a continuar con normalidad en sus escaños y en el grupo parlamentario porque, pese al duro pulso político que mantienen, considera que son «buenos compañeros» que desarrollan «muy buen trabajo».

Díez, que el lunes comprobó que aún controla la mayoría de la dirección, piensa que también cuenta aún con el apoyo mayoritario de los 150 miembros del Consejo Político de UPyD y que el próximo sábado, aunque dejándose nuevos jirones por el camino, también superará el examen del máximo órgano de dirección del partido, que avalaría su gestión pese a que tendrá que escuchar nuevas peticiones de dimisión y de giro radical en la gestión de los miembros del sector crítico.

Su objetivo fundamental es aprovechar su aparente control del aparato del partido magenta para llegar al mando a las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo, con la esperanza de lograr un resultado digno que le permita continuar con su proyecto de partido «autónomo e independiente». Aunque insiste en que su intención es repetir tras los comicios de mayo como candidata a la Moncloa, si los resultados locales y regionales son igual de desastrosos que en Andalucía, y sobre todo si Ciudadanos logra arrebatarle de nuevo el espacio de centro político, la actual contestación interna, que por el momento califica de «minoritaria», puede convertirse en general.

Mientras Díez trata de rebajar la tensión con sus detractores antes del Consejo Político del sábado, la marejada de los críticos no cede. La ejecutiva que la confirmó concluyó con la dimisión de una quinta parte de sus 20 miembros, los vocales Rodrigo Tena y David Andina y los diputados Lozano y Anchuelo, tras reclamar sin éxito su cabeza política y la búsqueda de un entendimiento con Ciudadanos. No dimitió, pero también mostró su desacuerdo con Díez el vocal y el portavoz en la asamblea madrileña, Luis de Velasco. Tanto Lozano como Anchuelo y Cantó persistieron ayer en su petición de dimisiones en la dirección y de dar un giro estratégico, algo que también reclaman los eurodiputados Enrique Calvet y Enrique Maura y dirigentes territoriales de Baleares, Asturias, Comunidad Valenciana y de Castilla y León, entre otras comunidades. Todos aseguraron que llevarán su rebelión al Consejo Político del sábado.