Las cuentas de Díaz
El 'no' rotundo del PP obliga a la aritmética política para lograr la investidura
La noche del pasado domingo la socialista Susana Díaz ya avanzó que intentaría un gobierno en solitario para evitar las ataduras que le habían llevado al adelanto electoral tras un matrimonio fracasado con IU. Pero con 47 escaños y la aparición de dos nuevas fuerzas políticas en el Parlamento autonómico, la investidura de Díaz se torna más compleja de lo que parece.
Descartada ya la investidura en primera vuelta, donde se necesita mayoría absoluta, hay que ir a buscar las abstenciones de otras fuerzas, especialmente Ciudadanos (9 escaños) o Podemos (15), dado que los 5 escaños de IU se muestran irrelevantes. Una compleja aritmética mientras que sobre el horizonte se cierne la dificultad de llegar a algún acuerdo antes de los dos meses fijados por la normativa para evitar la repetición de las elecciones. Estas son las opciones que le quedan al PSOE.
EL PP, CON EL 'NO'
Durante toda la campaña, la fuerza de Juan Manuel Moreno Bonilla lanzó la propuesta al PSOE de dejar gobernar a la lista más votada. Los socialistas ni siquiera respondieron, por lo que los conservadores, con 33 diputados, no se sienten ahora con la obligación de responder a este compromiso. Las cuentas del resto de partidos apuntaban al apoyo expreso del PP, lo que garantizaba la mayoría absoluta de Díaz (47 votos a favor socialistas y los 33 del PP, un total de 80, muy por encima de los 55 necesarios).
Si se abstuvieran, Díaz tendría que recurrir a alguna de las nuevas fuerzas para lograr su voto a favor. Los 5 escaños de IU no son suficientes porque con ellos no se alcanzan los 55 votos que dan mayoría absoluta, por lo que tendría que acudir a Ciudadanos, dado que ella misma en campaña reiteró su negativa a pactar asunto alguno con Podemos. La suma de PSOE (47) y Ciudadanos (9), también daría la mayoría en primera vuelta aunque por la mínima.
Pero el 'no' del PP lo complica todo. Las dos nuevas fuerzas que aparecen en el parlamento regional no se han aclarado aún su postura, a la espera de ver la actitud de la presidenta en funciones y si se cumplen algunas de las condiciones impuestas y desglosadas durante toda la campaña, que pasan por la dimisión de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán por su implicación en casos de corrupción y la priorización de medidas de rescate ciudadano como la paralización de los desahucios.
Ambos partidos tienen puesta además la vista en las próximas elecciones municipales y generales, donde difícilmente sería entendible que los dos partidos más combativos con el bipartidismo acabaran cayendo en las redes del mismo, todo indica que en primera ronda al menos se abstendrán, lo que obligará a ir a una segunda vuelta de votaciones tras un plazo de 48 horas desde la primera votación.
SEGUNDA VUELTA
De nuevo, si el PP se abstuviera, permitiría a Díaz la investidura en primera vuelta con el 'sí' de sus 47 diputados y aunque Ciudadanos, Podemos e IU votaran en contra (serían 29 'noes'). Pero su negativa a apoyar al PSOE también en esta segunda votación dificulta de nuevo el proceso, en el que Díaz ya solo necesita mayoría simple, es decir, que haya al menos una diferencia de un punto entre 'sí' y 'no'. Por tanto, habría que buscar la abstención de al menos Podemos o Ciudadanos y la de IU. Si los de Teresa Rodríguez también se oponen (PP y Podemos sumarían 48 'noes'), la abstención de Ciudadanos e IU no serviría de nada.
Si en cambio Podemos se abstiene, habría que cerrar muy bien que ni IU ni Ciudadanos votaran en contra, porque la suma de sus 'noes' con los del PP (33) suman exactamente 47, y el empate no da la investidura. La clave aquí podría ser por ejemplo IU, que con su abstención, sumada a la de Podemos, haría insuficiente la negativa de PP y Ciudadanos (33+9=42). En el caso de Ciudadanos, su abstención también dejaría de nuevo todas las cábalas en manos de IU, ya que los 'noes' de PP y Podemos suman 48 y la coalición de Antonio Maíllo debería votar a favor para elevar los 'síes' del PSOE de 47 a 52.
En el caso de no alcanzarse ningún acuerdo tampoco en segunda vuelta, la normativa electoral permite repetir las votaciones tantas veces como se quiera durante un plazo máximo de 2 meses, fecha en la que si no se obtiene la mayoría simple el presidente del Parlamento convocaría de nuevo elecciones que se celebrarían en septiembre por ser inhábiles los meses de verano, el peor escenario posible.