Los trillizos de Banuncias cierran la escuela nueve años después de reabrirla
Los trillizos reabrieron la escuela de Banuncias y ahora harían falta por lo menos unos gemelos para mantenerla abierta. Faltan dos escolares para tener el mínimo, cuatro, con el que es posible mantener una escuela. El colegio ha hecho todos los esfuerzos por captar nuevas matrículas en los pueblos del contorno, comenta la directora, pero los carteles elaborados por el alumnado y los contactos establecidos con las pedanías no han dado frutos.
Banuncias se resiste a ver echar el cerrojo al aula, aunque el destino anunciado se lo toman con resignación. «Si no hay niños...», comenta uno de los padres que más batalló por la reapertura y que ya tiene a su hijo en el instituto.
Isidro Fernández, el profesor de educación física, ha visto cerrar la escuela de Banuncias dos veces.
ras nueve cursos, la graduación de los trillizos y otros dos alumnos de sexto de Primaria sentencia de nuevo al aula. Iker se irá a Santa María del Páramo con su hermano y Álex a Santovenia.
La directora apunta que hay dos familias con niños pequeños que, si se mantiene abierta este curso, podrían beneficiarse de tener el servicio en el pueblo en lugar de tener que meter a sus hijos en transporte escolar desde los tres años. El maestro se recolocará en el CRA, aunque pronto se jubilará.
«La gente no valora la escuela y rural porque no la conocen», comenta la directora del CRA, Camino Gutiérrez. «Que vengan y pregunten», añade. Un ejemplo es David, el alumno que se graduó el año pasado en Banuncias. «No tenemos enseñanza bilingüe pero David se matriculó en esta modalidad en 1º de ESO porque le veíamos con posibilidades y está sacando nueves y dieces», cuenta con orgullo.
Para el Ayuntamiento de Chozas de Abajo, reabrir la escuela «fue una gran alegría porque donde hay una escuela abierta hay futuro», comenta la concejala de Educación Gemma Fernández Suárez. Los colegios rurales «son una de las bases para que en el pueblo se mantenga la población», precisa. Pero no ve posibilidades de que ahora siga abierta sin población. Justo lo contrario de lo que pasa en otro pueblo del CRA, Cembranos, donde el crecimiento urbanístico y el empadronamiento de parejas jóvenes se traduce este año en 16 preinscripciones.
«Tenemos 91 alumnos y el colegio se nos ha quedado pequeño», explica. Necesitan ampliarlo para dar cabida a toda la demanda. Algunos niños de los pueblos cercanos, incluso uno de Banuncias, van a Cembranos porque tiene comedor escolar y su familia necesita el servicio para conciliar con el trabajo.