Díaz se suma al discurso de los nuevos partidos y gobernará «para la gente»

«Muchas cosas no son ni podrán ser como antes». La dirigente socialista Susana Díaz tomó posesión como presidenta de la Junta de Andalucía después de casi tres meses desde las elecciones autonómicas con un mensaje que destila la desconfianza que se ha instalado entre las formaciones en este tipo de negociaciones y que, además, augura tiempos diferentes y nuevas formas de hacer política tras la irrupción de partidos que hace unos meses ni se imaginaban. De momento, ella ya ha captado la esencia del descontento con las viejas maneras y ayer recogió el guante lanzado por esas nuevas fuerzas emergentes prometiendo un gobierno para «la gente». Igual que el día antes hicieron las alcaldesas Ada Colau en Barcelona y Manuela Carmena en Madrid.

El de ayer fue un día festivo en el Parlamento andaluz, en el que Díaz se rodeó de todos los suyos, incluidos muchos miembros de la dirección federal del PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, y compañeros de partido. Nuevos, como los candidatos a las presidencias de Valencia, Ximo Puig, o Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, y viejos, como Elena Valenciano u Oscar López, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, los ex ministros José Bono, José Blanco o Trinidad Jiménez. En el aire flotaron dos ausencias destacadas, la de los ex presidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, convertidos precisamente en uno de los escollos de su elección por su vinculación con el caso ERE.

También fue llamativa la ausencia de los líderes de la oposición, incluido el de Ciudadanos, que argumentaron motivos personales o de partido para excusar su asistencia. A ellos, sin embargo, la ya presidenta andaluza tendió la mano para pedir unidad y diálogo para avanzar, asegurando que representará a todos los andaluces, «los que me han votado y los que no, incluso a los que ni siquiera han ido a las urnas».

«Quiero ser la presidenta de todos, y eso no puede ser una mera declaración retórica, va a ser mi guía de actuación», dijo. Ahora, prosiguió, «la gente nos demanda que los tengamos siempre, en cada momento, presentes a la hora de gobernar. Son ellos el objetivo final de nuestro trabajo». Lo que ha ocurrido con su investidura, insistió, no se puede repetir, no puede ser que se subordinen los intereses de la ciudadanía a los de los partidos.

Las grandes cifras

El discurso de las fuerzas emergentes estuvo muy presente en las palabras de Díaz, quien abogó porque los ciudadanos vuelvan los ojos a quienes les representan «y se sientan identificados porque la política les pertenece». De hecho, sus primeras menciones fueron para los desahuciados, los pensionistas que estiran su paga para toda la familia, las madres que no pueden garantizar tres comidas a sus hijos. La situación de los más perjudicados por la crisis le sirvió para lanzar un reproche al PP, al que recordó que «el éxito de una acción de gobierno no puede medirse solo por las grandes cifras económicas».

Díaz esbozó de nuevo los compromisos adquiridos en su debate de investidura allá a comienzos de mayo, con la lucha contra el paro y la defensa de los servicios sociales como metas principales. Tampoco olvidó la corrupción, y defendió una forma de hacer política «transparente y honesta» que permita «extirparla». De hecho, poco después adelantó que colgará hoy su declaración de la renta en Internet, una medida que adoptará antes incluso de empezar a formar gobierno.

Para la socialista, su compromiso es un «contrato solemne» con los andaluces, y para dar garantía de su cumplimiento aseguró que recordó que su patrimonio es su palabra y sus valores. «Quiero que sepan los andaluces y andaluzas que así quiero actuar siempre, sin volver la cara, sin huir de mis responsabilidades, rindiendo cuenta ante el Parlamento que me ha designado y, sobre todo, ante el conjunto de la ciudadanía», dijo la presidenta.