Diario de León

Una red de museos que pide a gritos coordinación y visibilidad

León abunda en centros culturales y divulgativos de innegable interés y originalidad, pero se promocionan poco y carecen de estrategia común.

Uno de los audiovisuales que forman parte del Centro de Interpretación de la Historia del Reino de León.

Uno de los audiovisuales que forman parte del Centro de Interpretación de la Historia del Reino de León.

Publicado por
e. gancedo
León

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Aunque parezca mentira, hay leoneses que no saben de la existencia del Centro de Interpretación del Reino de León o del Museo Bíblico y Oriental. Si esto sucede con la propia ciudadanía, ¿qué no ocurrirá con quienes nos visitan? Y es que el problema museístico leonés no es tanto de equipamiento —que lo hay, y además marcado por la diversidad y la originalidad— sino más bien de coordinación y de visibilidad. En concreto esta última, por simple que parezca, reviste no poca importancia. Porque a pesar de haberse abierto en los últimos años centros culturales y divulgativos cuya creación y habilitación costó millones de euros, en realidad adolecen de una señalética adecuada, de forma que en ocasiones pasan desapercibidos a ojos del turista, del peregrino… y del propio leonés. Por ejemplo, tanto el Museo Bíblico y Oriental —que muestra las más antiguas huellas y vestigios de las raíces de nuestra civilización, dependiente de un centro único donde puede aprenderse sumerio, acadio o egipcio jeroglífico, las primeras lenguas de la historia— como el Centro de Interpretación del León Romano, carecen de algo tan sencillo como un letrero. Un rótulo llamativo que informe y atraiga al visitante. En el primero de los casos existió durante años un cartelón anunciador de la exposición permanente sobre Alejandro Magno, pero no del museo como tal. En cuanto al Centro del León Romano, el de más reciente creación y que supuso la culminación de una larga aspiración restauradora y no poca polémica en torno a la antigua casona de Víctor de los Ríos, sólo posee un pequeño cartel o folio en la propia entrada, de forma que hay que prácticamente entrar para verlo —otras voces han aludido a la incoherencia que supone el que su piso de arriba se haya dedicado al lema ‘León, cuna del parlamentarismo’, de tintes medievales—. Y eso teniendo en cuenta que apenas dista unos pasos del anterior centro, inserto en el complejo de la Real Colegiata de San Isidoro: esto es, toda un área cultural lista para ser puesta en valor y que tampoco queda lejos de la calle Ancha y zona de la Catedral, con el Centro de Interpretación de la Historia del Reino de León en el remozado palacio del Conde Luna, que ostenta también un letrerito con los horarios pero no uno amplio con su auténtica denominación —en él se puede hacer un recorrido por los principales hitos del viejo reino— ni cuenta tampoco con indicación desde la inmediata pero mucho más concurrida calle Ancha.

Por tanto, reto inmediato para el nuevo equipo municipal es conseguir coordinar todos estos espacios culturales deslavazados, darles visibilidad e imbricarlos con el resto de centros, aun no siendo municipales, como el Museo de León, el Museo Sierra Pambley, el Museo Catedralicio y Diocesano y el Museo de San Isidoro, éste último, con el Panteón de los Reyes de León y el célebre cáliz de Doña Urraca, en espera de una urgente modernización que se está haciendo esperar demasiado. Si todos estos equipamientos se hicieran ver y actuaran de forma armónica, el atractivo museístico-patrimonial de León tendría poca competencia.

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