Colau, un estreno con decisiones muy simbólicas

En su primera semana al frente del ayuntamiento de Barcelona, Ada Colau se ha estrenado con decisiones cargadas de simbolismo. El primer día, paralizó un desahucio en Nou Barris, a donde viajó además en metro y, el segundo, retiró la acusación que mantenía el ayuntamiento contra dos estudiantes por los altercados de la huelga general de 2012. También se ha sumado a la campaña para que el Gobierno central cierre el centro de internamiento de extranjeros de la Zona Franca de Barcelona.

Colau, conocida ya como la alcaldesa activista, no está recibiendo tanta hostilidad como la que soportaba durante la campaña y, de alguna manera, se le están dando los cien días de cortesía. Aun así, ha tomado determinaciones que han levantado ampollas. Por ejemplo, dar carpetazo a la candidatura de Barcelona para los Juegos Olímpicos de invierno de 2026. La oposición la acusan de hacerlo de manera unilateral y sin diálogo, pero también ERC y PSC, que le apoyaron en la investidura, están de uñas.

Tampoco ha gustado que haya cuestionado el derecho a cobrar pensión a dos guardias urbanos implicados en el caso 4-F. En cambio, su decisión de mantener al actual jefe de la Policía municipal se entiende como un gesto de moderación y continuismo. Por otra parte, ya ha recibido críticas desde los sectores conservadores por supuestamente haber dado órdenes para que la policía sea más laxa con ‘lateros’ y vendedores del top manta.

Colau quiere reabrir además el debate sobre la ordenanza de civismo y revisar las sanciones por algunos usos del espacio urbano y por ejercer la prostitución. A su juicio, esta ordenanza de la época socialista, criminaliza la pobreza y al más débil. En breve se reunirá con los bancos con más pisos para conseguir su colaboración.