Guardar el ego en el armario
Todo el mundo en todas partes está deseando vivir emociones. Esta debe de ser la premisa que los proveedores turísticos deben contemplar para crear un entorno atractivo y variopinto de oferta apta para diferentes públicos. La creación de un discurso global y el diseño de una oferta completa de actividades que tengan como último fin dar a conocer el sector turístico en cuestión, explicando sus detalles y acercándolo al público.
Para ello deberemos estudiar el mercado, crear una estrategia, planificar y destinar los recursos oportunos que consideremos para llevar a cabo nuestro plan.
La base es la comunicación, el marketing y la definición del producto turístico, así como concretar un plan de actuación estratégico orientado a nuestro target u objetivo. Si no realizamos estas premisas nuestro esfuerzo habrá sido en vano. Sin un buen producto no conseguiremos llegar a nuestro público objetivo, al igual que si no desarrollamos una estrategia de marketing online/offline adecuada no seremos capaces de conectar con los consumidores, así como satisfacer sus motivaciones y experiencias.
Para ello deberemos valorar cuál es nuestra imagen de producto, quiénes son nuestros turistas y el valor del territorio, la autenticidad, la vivencia cultural y gastronómica, la hospitalidad, las infraestructuras y la calidad turística.
La reflexión pasa por el concepto del marketing experiencial de cómo hacer que nuestros clientes se sientan mejor con ellos cuando están con nosotros. Los clientes no escogen un producto por el precio y el beneficio sino por la experiencia que viven antes, durante y posterior al consumo.
Antes de comercializar un producto turístico debemos tener claro algunos conceptos que nos ahorrarán tiempo y nos generarán más beneficios. Creemos valor a nuestra marca y a nuestros productos o servicios. Si somos capaces de emocionar a nuestros clientes, la asociación con sus recuerdos será el punto de partida para el entusiasmo y la repetición.
Tenemos que crear experiencias, una atmósfera, la expectativa del deseo, la vivencia del momento y el recuerdo de lo vivido. Dar siempre más de lo esperado con sinceridad y pasión. Y respetar a las personas, amar lo que la gente hace pero siempre con principios de respeto. Conseguiremos un nos volveremos a ver, la recomendación o la repetición de la experiencia.
Y ante todo y sobre todo pensemos en los clientes, no en nosotros. El turismo es una cuestión de egos. Guardemos nuestro en el armario.