El independentismo catalán pierde fuerza a menos de tres meses del 27S
El rechazo a la secesión se hace fuerte y la ventaja sobre el soberanismo es de siete puntos.
Toque de atención muy serio al soberanismo, a menos de tres meses de las elecciones catalanas del 27S. A medida que se acercan los comicios autonómicos, planteados por el presidente de la Generalitat y por el independentismo como un plebiscito sobre la secesión, el apoyo a la separación de Cataluña pierde adeptos.
El propio Artur Mas reconoció hace dos semanas que el proceso soberanista necesita un nuevo «turbo de ilusión». Si en diciembre del año pasado se produjo el cambio de tendencia y por primera vez desde que Mas puso la proa mirando a la Ítaca independentista, el no a la ruptura con España superaba al sí, en el último sondeo del CEO (el CIS catalán) publicado ayer, estas distancias entre los que rechazan la independencia y los que la defienden crecieron hasta los siete puntos, cuando en febrero eran de cuatro.
El apoyo a la secesión, por tanto, se desinfla en vísperas de los comicios, cuando crece el vértigo del todo o nada. Las formaciones soberanistas están hechas un lío por la forma de concurrir a las elecciones, si de manera separada, en una lista única o incluso en candidaturas sin partidos. Una incertidumbre que no ayuda al votante indeciso. El CEO señala que el 50% de los catalanes no quieren que Cataluña se convierta en un Estado independiente, frente al 42,9% que clama por la soberanía plena. En octubre de 2012, en el momento de mayor efervescencia del proceso, el apoyo a la independencia se situó en el 57% y el no apenas pasó de un exiguo 20%. Es decir que en apenas tres años ha ganado nada menos que 30 puntos.
Caladero indeciso
El director del CEO, Jordi Argelaguet, afirmó ayer que los contrarios a la secesión «van articulando un grupo mayoritario», a base de ir pescando votos del caladero indeciso. Aun así, cree que el sí a la independencia tiene una base social firme que ronda el 40%. En el último barómetro, el 37% de la población responde que Cataluña debería ser un Estado independiente, frente al 57% que sitúa a la comunidad catalana dentro de España, eso sí, en diferentes formatos: el 29% considera que debería ser una comunidad sin más (cinco puntos más que en febrero), el 24% apuesta por un estado federal dentro de España (dos puntos menos) y el 4% considera que debería ser una región a la vieja usanza.
Este pinchazo de la burbuja independentista se ve reflejado en las perspectivas de voto ante el 27S. El CEO ha evitado en esta ocasión hacer una traslación de la intención directa de sufragios a la estimación de votos -la llamada ‘cocina’- pues entiende que la situación es muy cambiante porque las candidaturas no están definidas y porque en el momento en que se hizo el sondeo CiU aún no se había partido. La tercera causa podría ser para curarse en salud, ya que el pronóstico que hizo en 2012 a un mes de las elecciones daba mayoría absoluta a CiU y Mas acabó perdiendo 12 diputados. La cuarta, para los mal pensados, porque el soberanismo no sale bien parado.
Antes de que CiU se fracturara, el sondeo del CEO pronosticaba un empate técnico entre la federación nacionalista y ERC el 27S, con un 13,3% en intención directa de voto. Está por ver qué parte de ese 13% de la federación iría para Convergència y qué pico para Unió. Como aproximación, según el sondeo, el 76% de los votantes de CiU se declaran independentistas y el 17% rechazan la secesión. El director del CEO apuntó también que Convergència podría recuperar votos de Esquerra por culpa del no independentismo de Duran Lleida. En cualquier caso, el resultado arroja señales preocupantes para el soberanismo.