Los independentistas afirman que «ni Dios ni Rajoy» frenarán la secesión catalana
Mas llama «ignorante» al líder de Ciudadanos y «hooligan» a la del PP catalán.
Si firme es la intención del Gobierno de que no haya declaración de independencia en Cataluña igual de rotunda es la voluntad de los soberanistas para que se produzca. «Ni Dios ni por supuesto Rajoy» van a impedir la secesión, aseguró ayer el diputado de Esquerra en el Congreso Joan Tardá.
Artur Mas y las fuerzas soberanistas están dispuestas a llegar hasta el final y aseguran que la estrategia del miedo no va a amedrentarles. Tardá señaló que si la voluntad mayoritaria de los catalanes es la independencia, algo, aceptó, que «está por ver», nada ni nadie podrá oponerse. El mundo soberanista catalán tiene la convicción de que el discurso de Mariano Rajoy y del Gobierno sobre las negras consecuencias de la independencia está condenado al fracaso porque consideran que hay un repunte del sentimiento soberanista. Un incremento que, por otra parte, no se detecta en ningún estudio demoscópico. Es más, los últimos sondeos apunta a un retroceso.
El presidente de la Generalitat señaló en la última sesión de control en la legislatura del Parlamento de Cataluña que, digan lo que digan en Madrid, el rumbo no va a cambiar. Mas, que firmará el decreto de convocatoria de las elecciones y de disolución de la Cámara autonómica el 3 de agosto, se enzarzó en sendos cuerpo a cuerpo con los portavoces de Ciudadanos y del PP, Albert Rivera y Alicia Sánchez Camacho. Al primero, en un debate trufado de aroma de precampaña electoral, le llamó «ignorante» por discutir los datos de su gestión. «Deseo -subrayó Mas en referencia al líder de Podemos- que en el futuro no tenga responsabilidades muy importantes por el grado de ignorancia que demuestra».
El duelo con Sánchez-Camacho fue aún más descarnado, como ha ocurrido a lo largo de la legislatura, y tachó de «hooligan» a la portavoz popular. El presidente catalán, en realidad, quería reprochar a través de Sánchez-Camacho al Gobierno de Rajoy su negativa a sentarse a negociar el referéndum soberanista ni ofrecer alternativas a sus propuestas.
Pero también tenía sus cuitas personales con la líder de los populares catalanes por amagar con una moción de censura con el único fin de impedir que se convoquen las elecciones el 27 de septiembre. Sánchez-Camacho lanzó el globo sonda el martes, pero ayer mismo desistió al comprobar que ningún grupo secundaba su iniciativa y, por tanto, era imposible presentarla. Ni Ciudadanos ni el PSC, a los que se dirigió el PP, apoyaron la propuesta porque ven mejor que se celebren las elecciones para clarificar el panorama político de Cataluña.
El peor de la historia
La indignación de Mas también obedecía a que antes tanto Rivera como la presidenta del PP de Cataluña habían calificado de «nefasta» su labor en estos últimos tres años de Gobierno, y consideraron que ha sido «el peor presidente de la historia de Cataluña». Estas críticas, sobre todo la última, escuecen y mucho al líder de Convergència que se siente muy satisfecho de haber llegado más lejos que ninguno de sus antecesores en la apuesta por la independencia.
El presidente catalán se defendió además de las críticas por ir en el puesto cuatro de la lista Junts pel sí en vez de encabezarla si es que quiere gobernar. Justificó esa ubicación en la candidatura, poco habitual para un presidente de gobierno y líder de un partido, porque la situación que vive Cataluña es «excepcional» y requiere respuestas que no están ajustadas al guión tradicional.
Mas ha alertado además a sus colaboradores y a las fuerzas soberanistas de que se avecina una etapa de «intoxicaciones y desinformaciones» por parte del Gobierno central sobre el apocalipsis que se cernirá sobre Cataluña si persiste el proyecto soberanista.