Diario de León

Rajoy se aferra a la economía para pedir borrón y cuenta nueva por sus errores

El jefe del Ejecutivo desdeña la autocrítica por la corrupción y las promesas incumplidas.

El presidente del Gobierno, durante su intervención.

El presidente del Gobierno, durante su intervención.

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paula de las heras | madrid
León

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No hay balance sin luces y sombras pero, a cuatro meses de las próximas generales, en su última rueda de prensa de fin de curso político, Mariano Rajoy demostró tener nulo interés en hacer acto de contrición por los errores cometidos a lo largo de la legislatura. Y no es que piense que no existen, es que cree merecer que los españoles hagan ‘pelillos a la mar’ en pro de la recuperación económica. «Lo importante es lo que yo voy a hacer en el futuro -llegó a decir ante preguntas sobre casos de corrupción que afectan a su partido, la gestión de la crisis catalana o promesas incumplidas como la reforma de la ley del aborto -; lo pasado… pues pasado está».

El presidente del Gobierno, que en las pasadas elecciones municipales vio esfumarse 2,5 millones de votos respecto a lo logrado por su partido en 2011, no pierde la esperanza de que los españoles, sobre todo los que le votaron y ahora están en la abstención o en Ciudadanos, le premien por una gestión que -según adujo pertrechado de gráficos sobre la evolución del Producto Interior Bruto, la creación de empleo o las exportaciones-, ha «permitido sortear los momentos más peligrosos de la crisis» y ha puesto a España a las puertas del que puede ser el «mayor periodo de crecimiento económico de la historia», si no viene alguien y lo estropea.

Ese «alguien», claro está, tiene nombre y apellidos: uno es el de Artur Mas, otro el de Pedro Sánchez y el tercero el de Pablo Iglesias. En realidad, Rajoy no los citó directamente pero sí advirtió de que en la próxima legislatura España se enfrenta a «tres riesgos políticos», a los que se refirió como el «rupturismo» del Gobierno de la Generalitat y las elecciones catalanas del 27 de septiembre; los partidos que prometen «deshacer las reformas» puestas en marcha por su Gobierno, y («aunque parece que cada vez en menor medida», dijo en tono tranquilizador) Grecia.

Los tres tienen entidad suficiente por sí solos, a juicio de Rajoy, para generar «incertidumbre y desconfianza», los peores enemigos del crecimiento. Y, frente a ellos, se reivindicó como única garantía de mejora, convencido de que incluso quienes no han olido siquiera la recuperación de la que habla deberían ser capaces de reconocerlo. «El hecho de que haya muchos españoles que ya han conseguido un puesto de trabajo es un horizonte y permite tener una esperanza fundada a los que no lo han hecho de que lo lograrán en el futuro», argumentó.

En el extremo contrario, puso el ejemplo griego. Y no hizo falta que aludiera a Podemos, partido hermano de Syriza, ni a los pactos municipales y autonómicos que el PSOE ha sellado con ellos, porque lo ha hecho ya tantas veces que la imagen sobrevoló su mensaje.

A lo largo de su intervención reiteró media docena de veces que no va a haber independencia de Cataluña «de ninguna de las maneras».

Fue, al cabo, una hora y cuarto de balance que se podría resumir en dos frases. Sobre economía: «Creo sinceramente que estamos mejor que hace un año y ciertamente mejor que al final de la pasada legislatura» Sobre todo lo demás: «Yo trabajo para tener más futuro que pasado y creo que lo puedo conseguir».

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