Diario de León

España redobla su presencia militar en el polvorín del continente africano

-La estabilización de Libia y el Golfo de Guinea son los desafíos de las Fuerzas Armadas.

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MATEO BALÍN | madrid
León

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Nunca antes España había mirado con tanto celo lo que sucede en África, el patio trasero del sur. El nuevo santuario de inestabilidad se extiende por la región del Sahel, un cinturón de 5.400 kilómetros que va desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo, y los países subsaharianos limítrofes. A este panorama se suma la fragmentación de Libia, en el corazón del Magreb, y su repercusión en las vecinas Túnez y Argelia, en donde los intereses comerciales españoles son mayúsculos: solo en mayo pasado suministró el 57% del gas.

Este escenario de inseguridad afecta a la gobernanza y desarrollo de estos países. Aunque la piratería está adquiriendo notoriedad en el Golfo de Guinea, donde la proyección económica española es prioritaria (recursos energéticos y obra civil), la expansión del terrorismo yihadista en el Sahel (Mauritania, Malí, sur de Argelia, Libia y Egipto) y el auge de las mafias que trafican con personas y drogas son los fenómenos más preocupantes.

De las réplicas de este polvorín no se escapa la Unión Europea y sus espacios de seguridad en el Mediterráneo, sobre todo, y en el Atlántico. La consecuencia es el exponencial incremento de las misiones militares de la UE desde 2013, donde nuestras Fuerzas Armadas están jugando un papel destacado o de apoyo a las intervenciones de Francia. En la actualidad alrededor de un millar de efectivos participan en una decena de operaciones terrestres, aéreas y navales desplegadas en territorio africano. Se trata de una cifra sin parangón, que ya supera la suma de militares desplegados en Afganistán y en Líbano. En ella se incluyen las iniciativas de seguridad cooperativa con países del Golfo de Guinea, Mauritania y Cabo Verde. En 2014 el coste de estas operaciones superó los 172 millones de euros por los 181 de 2013, según el Ministerio de Defensa.

En definitiva, los peligros ya no se combaten a 10.000 kilómetros de distancia, como vendieron los sucesivos gobiernos para justificar la presencia en Afganistán, sino en nuestra «frontera avanzada», a pocos cientos de kilómetros de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Estas son las principales misiones africanas con presencia española:

En Malí la misión de la UE destinada a la formación y asesoramiento del ejército maliense comenzó en enero 2013 como respuesta a la desestabilización del norte del país. La triple ofensiva de grupos yihadista, movimientos autónomos y rebeldes tuaregs, que pusieron en jaque la estabilidad del territorio, provocó la intervención militar francesa. El apoyo a esta operación llegó con EUTM-Malí. España contribuye con 122 militares del Ejército de Tierra desplegados entre Bamako y Koulikoro, centro de entrenamiento, de los 539 efectivos de 24 países europeos. Las rotaciones son de seis meses, no se llevan a cabo tareas de combate y se coordinan con otras misiones desplegadas en la zona por la ONU y los países del África Occidental (Cedeao). Hasta el pasado julio estuvo dirigida por el general español Alfonso García-Vaquero.

El mandato se prorrogó hasta mayo de 2016. Para entonces se prevé haber formado ocho batallones de unos 700 efectivos cada uno, corregir las capacidades de los grupos ya instruidos y crear una cadena de mando.

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