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Mas tiene el apoyo independentista para liderar el plan secesionista

La CUP sumaría tras el 27-S sus escaños a los de ‘Juntos por el sí’.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas.

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C. Reino | Barcelona
León

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Un día después de atizar con fuerza a Artur Mas y de acusarlo de haber «chantajeado» al soberanismo para salvar a Convergència, el cabeza de lista de CUP, Antonio Baños, tendió ayer la mano a ‘Juntos por el sí’para sumar esfuerzos tras las elecciones del 27-S e iniciar la «ruptura» con España.

La Coordinadora de Unidad Popular (CUP), una formación anticapitalista, asamblearia y que propugna la secesión no solo de Cataluña sino también de Valencia, Baleares y la ‘Cataluña francesa’, lo que se conoce como los Països catalans, tiene en la actualidad tres diputados. En otras circunstancias, su concurso podría resultar irrelevante. Sin embargo, en esta ocasión la mayoría absoluta podría estar en sus manos.

Ninguna de las encuestas publicadas desde que en julio Convergència, Esquerra y las plataformas civiles decidieron concurrir juntos concede la mayoría absoluta a la lista de Mas. En todas ellas, ‘Juntos por el sí’ necesitaría al independentismo alternativo para alcanzar los 68 diputados (sobre 135) a los que aspira para poner en marcha la fase final del proceso secesionista. De ahí, que el papel de la CUP se antoja clave en el día después de las elecciones, si Mas gana pero no arrasa. Hasta la fecha, la CUP siempre se había mostrado inflexible en su negativa a apoyar a Mas, pero hoy lo contemplaron por primera vez. Si es por la independencia están dispuestos a tragarse los sapos que haga falta, vino a decir Baños en una entrevista en TV-3. «Mas no es un nombre que nos guste como presidente», dijo, pero si los votos de la CUP son necesarios para formar una mayoría independentista, la formación anticapitalista estará en la mesa de negociación, como ha estado esta legislatura en todos los asuntos identitarios.

Apriorismos

«La CUP no falla. No vamos con apriorismos ni con condiciones imposibles de cumplir para acabar huyendo», afirmó. La CUP utiliza un discurso radical y alternativo en la oratoria -su diputado, David Fernández, se hizo célebre por amenazar a Rodrigo Rato con lanzarle una sandalia en el Parlamento catalán-, aunque en la práctica la formación independentista ha resultado menos combativa de lo que se le presumía y en ocasiones ha apoyado más al Gobierno catalán que Esquerra, que era el socio de Convergència en la legislatura. La CUP avaló antes que nadie el sucedaneo de consulta del 9-N, lo que forzó a ERC a asumirla y fue sonado el famoso abrazo entre David Fernández y Artur Mas al final de la jornada del 9-N. Un gesto que simbolizó la unidad entre el independentismo burgués y de derechas de Mas y el revolucionario de la CUP, y que ya anticipó lo que puede pasar a partir del día siguiente del 27-S, si el independentismo —con sus dos listas— suma la mayoría absoluta. Mas ansiaba la unidad del soberanismo para las elecciones, para formar una lista unitaria como el SNP escocés, de la que solo se desmarcó la CUP, pero poco a poco va labrando ese frente nacionalista, que pretende proclamar el Estado catalán en 18 meses.

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