Diario de León

El PSOE sale al rescate del PSC y de sí mismo para intentar frenar su caída libre

Pedro Sánchez se vuelca junto a los referentes socialistas en la campaña catalana.

El candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Miquel Iceta charla con Sánchez.

El candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Miquel Iceta charla con Sánchez.

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Paula de las Heras | Madrid
León

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La imagen de un Miquel Iceta que baila desinhibido el Don’t stop me now de Queen mientras agarra de la mano a Pedro Sánchez en el acto de apertura de campaña del PSC para las elecciones catalanas del 27 de septiembre, el pasado jueves, dice mucho más de lo que a simple vista pudiera parecer. Los socialistas catalanes, que en seis años han perdido el 50% de sus apoyos electorales, han decidido cambiar de registro. Ya lo hicieron, en realidad, en las pasadas elecciones municipales, en las que pese el descalabro en la ciudad de Barcelona, lograron salvar no pocos muebles en el área metropolitana con 26 mayorías absolutas gracias a un discurso social alejado de coqueteos con el soberanismo. Ahora la estrategia irá aún más lejos con un desembarco sin precedentes de dirigentes del PSOE y la exhibición sin complejos de la marca nacional.

El secretario general de los socialistas no solo estuvo en la pegada de carteles, algo casi impensable para sus predecesores posiblemente desde la época de Felipe González. Ayer regresó a Cataluña con sendos actos en Tarragona y Barcelona, hoyprotagonizará otro mitin en Lérida y aún volverá en al menos un par de ocasiones más. Su objetivo es movilizar hasta el último de sus potenciales votantes no soberanistas y evitar, más que nunca, que, hastiados por el debate único, sucumban a la tentación de quedarse en casa. «La Cataluña social tiene que acudir en masa a las urnas —reclamó durante su discuso— y votar socialista».

Carne de abstención

Es lo que le queda a una formación que en su día fue capaz de aglutinar un voto transversal, pero que ha ido perdiendo seguidores en su intento de nadar y guardar la ropa: la apelación a aquellos progresistas más ajenos al debate identitario, a los que se sienten cómodos siendo catalanes y españoles y a las clases trabajadoras que tiene sus orígenes en otras partes de España. El problema es que esos votantes no sólo pueden ver en Ciudadanos o en Sí que es Pot, la candidatura de unidad popular en la que está integrada Podemos, una alternativa atractiva sino que tradicionalmente han votado más en las generales que en las autonómicas y son carne de abstención. Por eso Iceta ha pedido refuerzos.

En las catalanas de 2012, el PSC obtuvo sólo 20 diputados (30 menos que CiU) y ERC le superó como segunda fuerza del Parlamento. Ahora los sondeos apuntan a que puede convertirse en cuarto o quinto partido y, en el mejor de los casos, le otorgan 15 escaños. Se diría que han tocado hueso. Así que, a diferencia de lo que ocurrió en las locales 2011, cuando los socialitas de Cataluña reclamaron a José Luis Rodríguez Zapatero y demás miembros del PSOE que no aparecieran por allí, ahora ocurre lo contrario.

Y no sólo contarán con Pedro Sánchez; también hay ya cerrados actos de Felipe González, de miembros de la Ejecutiva Federal como Patxi López, y de casi todos los barones, incluida la presidenta de Andalucía, Susana Díaz.

Después de varias escisiones —que llevaron a tres exconsejeros del PSC a constituir partidos que en las pasadas municipales concurrieron en coalición con Esquerra— la dirección de los socialistas catalanes ha llegado a la conclusión de que es inútil seguir tratando de contentar a esa parte de su antiguo electorado que se siente seducido por la idea de la secesión. Ya quedó claro cuando este verano Iceta enterró definitivamente la defensa del «derecho a decidir», aunque insista una y otra vez en que eso no quiere decir que no haya que hacer nada para que Cataluña se sienta más cómoda en España.

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