Las diferencias ideológicas hacen poco factible un gobierno constitucionalista
No hay encuesta sobre las elecciones del 27-S que contemple la posibilidad de que las fuerzas no independentistas de Cataluña sumen mayoría absoluta. Pero quizá ese no sea el principal problema para que los catalanes tengan un Gobierno empeñado en evitar la fractura de España. Los propios sociólogos admiten que la volatilidad del momento hace difícil interpretar los sondeos y que en 2012 no supieron detectar la movilización, supuestamente de última hora, de los votantes que no creen en eso que Artur Mas llama el ‘procés constituent’. Así que no sería descartable que vuelva a ocurrir lo mismo. Lo que parece imposible, en cambio, es que todos los partidos constitucionalistas respalden a un mismo ejecutivo.
Junts pel Sí ha logrado la anomalía de unir en una misma candidatura a personalidades de ideologías heterogéneas que sólo tienen en común el objetivo de la secesión (aunque les falta la CUP, que consideró el ejercicio incoherente). Pero los contrarios a la ruptura defienden que, además de tener una postura a ese respecto, al día siguiente habrá que gobernar. Y ahí empieza el encaje de bolillos, porque ni el PSC ni Catalunya Sí que es Pot, la candidatura que componen Podemos e Iniciativa, están dispuestos a respaldar un gobierno que no sea de izquierdas. Y aunque Ciudadanos se autodefina de centro, ambos lo sitúan a la derecha, junto al PP.