Diario de León

C’s dispara las alarmas en el PP

Los dirigentes populares se muestran más preocupados que nunca tras las catalanas, pero Rajoy apela a la calma, confiado en que su partido acaparará el voto útil de las generales.

Mariano Rajoy durante su intervención ayer en un acto del PP de Valencia.

Mariano Rajoy durante su intervención ayer en un acto del PP de Valencia.

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r. gorriarán / n. vega | madrid
León

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«Mangas de camisa y tranquilidad». Así describió un dirigente del PP el clima en la séptima planta de la calle Génova 13 de Madrid la noche de las elecciones catalanas. Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría seguían sin sobresaltos el escrutinio junto al núcleo duro del partido. Nervios era lo que había en la sede barcelonesa del PP en la calle Comte d’Urgell 249, por allí daba vueltas inquieto el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que acompañaba al candidato Xavier García Albiol y otros prebostes populares. «Va a haber sorpresas», pronosticaba en Barcelona el director de campaña, Jordi Cornet, en los primeros minutos del recuento. El vaticinio optimista fue transmitido de inmediato a Madrid, donde fue recibido con escepticismo. En la calle Génova ya se habían disparado todas las alarmas. El varapalo propio y el triunfo de Ciudadanos estaban ahí, y de la augurada sorpresa no se tuvo noticia.

Los 11 escaños del PP, los del «macizo de la raza» que decía el ex ministro Josep Piqué, frente a los 25 del partido de Albert Rivera mal se pueden maquillar. La secuencia vivida por la dirección popular resulta ya familiar y cunde el temor a que se reedite el 20 de diciembre. La jornada electoral se vive con optimismo, la noche comienza en calma, el escrutinio acaba con mensajes de «desastre» o «hundimiento», y, al día siguiente, Rajoy sentencia solemne: «Los resultados no son extrapolables». Desde 2014, el PP ha vivido esta película en cinco ocasiones y fuentes populares se malician que es el anticipo de lo que ocurrirá en las generales.

Pero aunque el líder exige que no se extrapolen los resultados, él mismo tiene tablas elaboradas por sus colaboradores. También en el partido, como en todas las fuerzas políticas, se trasladan los resultados al escenario de las elecciones legislativas nacionales. Con los resultados municipales del 24 de mayo pasado, el PP sumaría en unas generales del orden de los 120 escaños por 110-115 del PSOE, 35-37 de Podemos y 17 de Ciudadanos. Preocupante, comentaron en La Moncloa. Pero con las catalanas del pasado domingo, el panorama empeora, y mucho.

«El panorama es desolador», «vamos al abismo», repiten en privado dirigentes populares «más preocupados por el ascenso de Rivera que por el descenso propio». Ciudadanos, admiten desde el anonimato, surfea en la cresta de la ola tras las elecciones catalanas y su éxito puede tener un efecto contagio en otros territorios porque avanza por el centro del campo en busca de los votos que antaño eran del PP. Hasta su candidata catalana, Inés Arrimadas, aparece en portada del diario Marca , algo que habrá escocido a Rajoy, confeso lector del rotativo deportivo a primera hora de la mañana. Esa imagen es más preocupante para el PP que los mensajes de Rivera.

Pero en la sala de máquinas del partido hay orden de minimizar el ‘efecto Ciudadanos’. «No os engañéis -dijo el presidente a sus circunspectos compañeros en la reunión de la dirección del PP-, nuestro principal rival sigue siendo el PSOE». La cúpula popular maneja varios axiomas para concluir que Rivera no supone una amenaza tan potente: «En las generales, el electorado se inclinará por el voto útil», y la gente apoyará a la opción más conocida y menos arriesgada; «la gente vota pensando en el bolsillo», y ahí, creen, la gestión de la crisis del Gobierno de Rajoy es imbatible; «ya nos han castigado en los comicios municipales y autonómicos, a la hora de la verdad -argumentan- los españoles apostarán por la estabilidad». Como axiomas que son, no es necesario demostrarlos. Pero es evidente el riesgo de que algunas de estas premisas, que sustentarán la estrategia para las elecciones del 20 de diciembre, estén equivocadas y se derrumbe el edificio.

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