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Alfonso Alonso se hace con las riendas del PP vasco tras ‘decapitar’ a Quiroga

La sucesora de Basagoiti cesó a Oyarzábal, quien introdujo al hoy ministro en política.

Alfonso Alonso, el nuevo presidente del PP vasco, atiende a los periodistas.

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colpisa | madrid

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El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, es desde ayer el jefe del PP vasco, tras haber ‘decapitado’ a Arantza Quiroga. El miembro del Gabinete Rajoy, muy afín a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, ocupará el puesto del que ha sabido descabalgar a una presidenta apoyada por María Dolores de Cospedal, con la que nunca se ha llevado bien y que le declaró una guerra fría desde antes de asumir el mando.

Un tiburón político que desde la alcaldía de Vitoria ha llegado a convertirse en uno de los hombres de confianza del presidente del Gobierno, ha sabido esperar para cobrarse la venganza por la afrenta cometida por la política guipuzcoana cuando, en marzo de 2014, elegida por unanimidad sucesora de Antonio Basagoiti, cesó al entonces secretario general, Iñaki Oyarzábal, que no sólo era un factótum del PP alavés, el aparato más potente de los conservadores vascos, sino quien había introducido al hoy ministro en política y con el que conserva una amistad blindada.

Alfonso Alonso Aranegi, de 48 años de edad, casado y padre de cuatro hijos, fue alcalde de la capital alavesa entre 1999 y 2007, años en los que fue el primer edil más joven de España. De ese puesto pasó al congreso de los Diputados como portavoz adjunto a las órdenes de Sáenz de Santamaría. Fue una de las caras del PP en la travesía del desierto que supusieron las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero y, ya tras la victoria de 2011, ascendió a portavoz en la cámara baja.

En 2014 Rajoy pensó en él para solventar la marcha de Ana Mato, la ministra de Sanidad desgastada tanto por su gestión en la crisis del ébola como por sus presuntas relaciones familiares con la denominada trama de Francisco Correa.

Además de su evidente ‘marianismo’, Alonso era y es uno de los miembros del PP con imagen más amable. Licenciado en Derecho y en Filología Románica, tiene un instinto natural tanto para tejer confianzas como para desarmar al rival más aguerrido con una frase o para desmenuzar una situación compleja hasta descubrir los resortes más sencillos que la impulsan. Con un sentido del humor inteligente y británico, es una persona culta, ávida lectora de todo tipo de libros y con un perfil nada sectario que le permite mantener relaciones en todo el arco político.

Cuando Arantza Quiroga le declaró la guerra no valoró al rival que tenía enfrente. Ignorar al PP alavés, un aparato engrasado y potente que, en ese momento, ostentaba la máxima representación institucional de su partido en Euskadi -la alcaldía de Vitoria, en manos de Javier Maroto, y la Diputación Foral de Álava, con Javier de Andrés a la cabeza- le ha salido caro. Hace dos semanas, cuando presentó su moción sobre pacificación en la que rompía uno de los principios del PP y del suelo ético pactado con el PSE y el PNV -al dejar de exigir a la izquierda abertzale una condena del terrorismo- Quiroga comenzó a pisar arenas movedizas. Fue Alfonso Alonso quien precipitó su caída al desautorizar su propuesta.